Cataluña ha expoliado a España tres billones de euros

Solamente desde un punto de vista tan radical como farsante es posible utilizar el mantra "España nos roba". Claro que de no alegar el maltrato económico, envuelto al mismo tiempo en el identitario (otra falsedad que es justo al revés) bien subvencionado con el dinero de todos, entonces los nacional-separatistas sacarían apenas unos centenares de votos.

Solamente en el último siglo, si bien podría ampliarse a un período mucho más prolongado, Cataluña ha contraído una deuda con el resto de España que podría cuantificarse en tres billones de euros. Sí, tres billones con "B" de Barcelona, lo que es una cifra tan demoledora que un simple mortal no llega a concebirla en toda su dimensión. Veamos a continuación los argumentos que revelan lo que un nacionalista denominaría algo más que "expolio".

Antes me gustaría aclarar que de siempre he creído que la mayor riqueza de un territorio son sus habitantes, de ahí que cuando surge la polémica sobre las balanzas fiscales, argumento principal de unos políticos catalanes inmersos en el delirio, uno tienda a replicar que hay otras balanzas muy favorables a esos plañideros tan adictos al "España nos roba". En primer lugar tenemos las balanzas comerciales, sobre las que no me molestaré en refutar nada porque hasta los nacional-separatistas catalanes reconocen que les mola semejante descompensación a su favor e incluso ahora, si logran la independencia, dicen que mantendrán la misma situación de privilegio dentro de la Unión Europea. Vamos, una falsedad más destinada a los incautos.

Lo que ocurre es que hay otra balanza aún más favorable a Cataluña, hasta el punto de que si se analiza bien resulta completamente escandalosa: La balanza migratoria, acerca de la cual los nacionalistas siempre se han manifestado con el máximo desprecio. Una frase que he oído a menudo, dirigida a cualquiera que llegara desde otro punto de España en busca de trabajo, sería más o menos esta: "Los catalanes te estamos dando de comer", como si el esfuerzo de cada cual no contara para nada y Cataluña fuese una mega ONG en competencia directa con Cáritas. Reconozco que algo parecido sí se da con buena parte de los 500.000 musulmanes que hay en Cataluña, la mayor parte de ellos desempleados y subvencionados, pero no así (y mucho menos en años anteriores) con los españoles que durante más de 100 años fueron llamados (reclamados desde las fábricas) a formar parte de la dinámica industria catalana.

Otra frase que sonaba mucho en los años 80, cuando el nacionalismo comenzaba a adentrarse en el delirio y se creía más que autosuficiente en el tema laboral, era esta: "Tú tienes un problema de 30 litros de gasolina, que es lo que necesita tu coche para salir de Cataluña". Naturalmente, lo más probable es que los que proferían semejantes barbaridades fuesen charnegos, es decir, gente nacida en Barcelona o alrededores pero de padres "castellanos", como llaman allí a cualquiera que no sea catalán. En mi caso, cada vez que oí pronunciar frases tan despectivas (dirigidas por lo común a un recién llegado poco conformista) advertí siempre que fueron pronunciadas por un charnego, o sea, por un nacionalista de primera generación y, como tal, dotado del mismo fanatismo que el más ferviente converso. Podría dar nombres, pero no lo haré al ser hoy personajes públicos.

A continuación puede leer parte de un excelente artículo que analiza la deuda de Cataluña con el resto de España y ha sido generada por la balanza migratoria. No se lo pierda, realmente vale la pena su lectura:

"La homogeneidad biológica de España, que habla a las claras de su unidad profunda, resalta en la frecuencia de los apellidos y su distribución geográfica. En Barcelona, por ejemplo, los apellidos más frecuentes siguen un orden en cuya jerarquía destacan García, Martínez, López, Sánchez, Rodríguez, Fernández, así hasta treinta y cuatro apellidos antes de llegar a Ferrer, el primero genuinamente catalán aunque se le repute de origen inglés en algunos tratados de heráldica y genealogía (con una frecuencia de 2,1 por cada 1.000 habitantes, muy por debajo de 24,7, frecuencia de García).

En Cataluña la pregnancia española [el término alude en este caso a la huella dejada por los antepasados] es de tal relevancia que ateniéndonos al primer o segundo apellido (en ambos casos se ajustan a la misma ley estadística) más de cinco millones de personas hunden su linaje [en el resto de España] o tienen familia fuera [de Cataluña]. Este dato no es en absoluto baladí pues significa que Cataluña nutrió su desarrollo con la aportación de mano de obra exterior. De 1901 a 2001 emigraron del resto de España a Cataluña aproximadamente dos millones de personas.

Asignando, en media, 150.000 euros de coste actualizado de manutención, educación, sanidad, formación, alojamiento, ropa, etcétera, de un ser humano desde que nace hasta que emigra —digamos, a los 22 años—, obtenemos un saldo favorable para el país de acogida, para todos los efectos una subvención, de 3.000.000.000.000 de euros (¡tres billones!). Dividan esta cifra por tres si ustedes quieren para no amargarles la vida a los nacionalistas catalanes: aún queda un billón de euros de propina que le ha dado el resto de España a Cataluña al tiempo que se vaciaba de su mejor sangre.

Y lo que es peor, mientras Cataluña se nutría de la mejor sangre de España, causaba la desertización económica y demográfica en otras regiones de la nación común, generando un efecto virtuoso en su «ámbito de decisión territorial» y perverso fuera. Dinámica («Circular and cumulative causation») general ampliamente estudiada por Myrdal, Kaldor, Krugman"…

Juan José R. Calaza/ Economista y matemático

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