Me tiene más que
harto ver a todas horas los episodios de violencia en las poblaciones catalanas.
De hecho, mi hartazgo llega al nivel del hastío, que es cuando uno se aburre de
ver siempre lo mismo sin que se adivine el fin y por lo tanto se enfada. Y no
hablo de la violencia incendiaria con unas barricadas a cargo de los más
salvajes y fanatizados, o sea, los CDR, lo que tal vez supone un oleaje pasajero, sino
a ese mar de fondo que dura 40 años y nunca ha cesado de oprimir, mediante el
oportuno adoctrinamiento, a más de la mitad de los catalanes, de ahí que esas barricadas están plagadas de jovencitos que no llegan ni a los 18 años y constituyen un verdadero terrorismo pedófilo, que es cuando se abusa de los niños al instalarlos en las barricadas.
En otro aspecto,
no es que me sienta harto o aburrido de que el gobierno de Sánchez no haga nada
para remediar la violencia, es que comenzó negándola durante dos días, como
hizo Carmen Calvo en sucesivas declaraciones, para a continuación tratar de
neutralizarla a base de la habitual propaganda socialista. Hoy, por ejemplo,
tenemos a Marlaska dando una larguísima rueda de prensa en TVE. Me hago cruces
del tipo de respuestas que ofrece, porque en ninguna de las ellas dice algo
distinto a lo bien que el Gobierno lo está haciendo en Cataluña. Diríase que
quiere dejarnos a los españoles con la sensación de que nos espera un futuro
esplendoroso, eso sí, siempre que sea bajo la égida Sánchez.
Marlaskita,
marlaskita, ¡menos mojitos y más verdades!
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