Estoy convencido
de que el PSOE ha contado siempre con un departamento especializado en el
estudio de la falta de agudeza de los electores, a los que bombardea por
sistema con propaganda adulterada, al gusto de colectivos concretos y a sabiendas de que tragarán con cuantos
sapos difunda el partido, tal es la rutina del votante socialista a la hora de
escoger candidatura, como si se tratase de un legado de padres a hijos y... “que
no me entere yo de lo contrario”.
Es decir, desde que
se fundó en 1879, el socialismo sobrevive a costa de la torpeza ajena y el artificio
sistemático de enmascarar la realidad o de prometer el oro y el moro. Opino así porque conocí por dentro el
socialismo, ya que hace años, en mi condición de “tierno corderito”, estuve
afiliado a la UGT y me calentaron la cabeza durante mucho tiempo para que también
me afiliara al peor de los socialismos posibles, el PSC, cuyo jefecillo
actual, Iceta, no deja de ser un golpista enmascarado que manda mucho en el
PSOE.
No obstante, a
los que son “espabilaos” o de la familia, o sea, reclutables para la causa “nostra”,
los socialistas suelen comprarlos con un carguillo. En plan alcaldesa de Móstoles, una sociata
que practica como nadie el nepotismo y que se erige en ejemplo cinco estrellas
de lo que no debe hacerse si uno es legal. Claro que la citada alcaldesa ha
dado a entender que lo suyo es peccata minuta. Y no le falta la razón si se compara con esa corrupción
industrial que el socialismo utilizó en Andalucía durante 40 años, con miles y
miles de colocados a tanto la pieza.
Pero como todo
es mejorable, digamos que ese departamento especializado que se cita al inicio,
elevado por Sánchez al rango de Secretaría de Estado (eso sí, en la más
completa clandestinidad), viene encargándose cada viernes, a través de la
reseña del Consejo de Ministros, de propagar unas bondades que el socialismo
jamás ha poseído y que, a través de sus numerosos medios informativos, trata de
vendernos a todos para hacernos creer que solamente Sánchez puede redimirnos. Vamos, que darían lo que fuese para que busquemos la papeleta de “Sánchez, el redentor”.
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