domingo, 21 de julio de 2019

La Segunda República Española (10)


El articulista que más gracia me hace de cuantos escojo para referirme a la Segunda República Española es Josep Pla, catalán por los cuatro costados y odiado por el nacionalismo, lo que le confiere doble mérito. Pla tiene un no sé qué que te atrae, tal vez su bonhomía respecto a la descripción de los personajes y las situaciones, o su lenguaje de lo más llano rozando lo pueril. Lo cierto es que me siento a gusto leyendo a Pla, de ahí que hoy ofrezca un nuevo artículo de los que escribió al inicio de la República.


LOS PROYECTOS DEL GOBIERNO
Cuanto pueda decirse, a fecha de hoy, sobre los proyectos que tiene en perspectiva el Gobierno debe darse, forzosamente, a título puramente informativo. Acerca de dichos proyectos, circulan por Madrid, como es natural, muchos rumores, algunos de los cuales son demasiado fantásticos y desproporcionados para que valga la pena recogerlos.

Hasta el momento la acción más decisiva del Gobierno provisional ha sido la rescisión de la apertura de créditos realizada por la Banca Morgan y otras bancas negociada por el ministro de Finanzas anterior. La acción ha producido en Madrid la natural impresión y ha sido comentada desde muchos puntos de vista. El momento actual está dominado por la existencia de un espíritu popular que se encuentra un tanto divorciado del ambiente especializado en tales cuestiones. Dada la importancia revolucionaria que adquirió el caso Morgan —hasta el extremo de que puede decirse que la explotación de la apertura de estos créditos, realizada de forma muy melodramática, ha sido la palanca con que se ha hecho saltar la Monarquía—, es indudable que la rescisión ordenada por el ministro ha sido admirablemente bien recibida en el ambiente popular. No se podría decir lo mismo de los elementos especializados, quienes han adoptado una gran reserva ante el hecho.

Entra en los planes del Ministerio de Instrucción Pública —y comenzamos con estas líneas justificando el título del artículo— la creación de veinticinco mil escuelas primarias. Así al menos lo ha manifestado reiteradamente el señor Marcelino Domingo.

Desde el punto de vista de la política general, el Gobierno pretende, al parecer, ir a las elecciones constituyentes antes de tres meses y presumiblemente el país votará por grandes circunscripciones y el escrutinio se realizará por listas. En virtud del Pacto de San Sebastián, ningún miembro del actual Gobierno podrá aspirar a la representación parlamentaria. No obstante, este compromiso puede ser corregido por quienes lo contrajeron. En todo caso, la orientación del Gobierno es la de ir francamente a la creación de un ambiente de verdadera democracia, y hacerlo rápidamente. Se habla de celebrar elecciones generales en julio. Contra lo que se suponía, no se modificará la edad del derecho a votar.

Uno de los ministerios seguidos en Madrid con más interés es el de Justicia. La impresión general es que en este punto se verán cosas muy importantes. El Gobierno llevará a las Cortes un proyecto instituyendo el divorcio. Llevará, además, la cuestión de las relaciones con Roma, pues parece que es un criterio ir a la interpretación literal del Concordato. Ello representará, probablemente, alguna conmoción en ciertas órdenes religiosas. En todo caso, no hay peligro de que el Gobierno lleve tales cuestiones chapuceramente. El señor Alejandro acreditado en Madrid y ha sido objeto de grandes elogios por parte del Nuncio de S.S. acreditado ante el Gobierno provisional.[20] Por otra parte, don Fernando de los Ríos, titular de Justicia, es un espíritu de una admirable distinción, que sabrá probablemente llevar a buen puerto el programa revolucionario con un tacto exquisito.

Se habla también de la reforma agraria. Pese a lo que circula, es aventurado hablar extensamente de la cuestión, dada su enorme complicación. Lo mismo cabe decir de cuanto se comenta respecto a los proyectos que tienen los ministros de la Guerra y de la Marina en sus respectivos departamentos. Los asuntos de esta naturaleza, además de ser complicadísimos, no tienen hoy todavía la suficiente madurez como para que uno pueda hablar de ellos con cierto fundamento.

En Madrid se considera, generalmente hablando, que la gran cuestión del momento es la de la moneda. Este asunto está por encima de los demás. En un artículo posterior, trataré de ofrecer un resumen de la cuestión vista a partir de los elementos competentes en la materia.
  «La Veu de Catalunya», 23 de abril de 1931

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