lunes, 8 de julio de 2019

La órbita socialista


¿Por qué se degradan de tal modo las personas que pasan a la condición de políticos cuando llegan la órbita socialista? Se me ocurre más de una respuesta: 1) Nadie se vuelve un malvado de repente, luego es posible que el ex juez Marlaska nunca haya sido trigo limpio y sus declaraciones el día del “Orgullo”, pidiendo “consecuencias” contra Ciudadanos, hayan sido espontáneas, de ahí que Dolores Delgado, actual ministra de Justicia, que tal vez lo conocía bien, no dudara en llamarle maricón (en el peor de los sentidos) en uno de esos conciliábulos de “éxito asegurado” con Villarejo y demás gente del hampa policial.


2) También es posible que la causa de que emerja la maldad que cada cual lleva dentro, sin descartar la opción 1, sea el hecho de que el socialismo no es una ideología política decente ni nunca lo ha sido, ya que salvo raras excepciones no es difícil acreditar que muchos de los que se han incorporado el PSOE, comenzando por sus secretarios generales, han actuado en calidad de gentuza dispuesta a “lo que sea” para mantenerse en la poltrona y un “lo que sea + equis” si encima se lo pide el cuerpo porque la fechoría coincide con su propia ética. Lo que viese a ser un “miel sobre hojuelas” o una indecencia al cuadrado (I2).

Sea como sea, Marlaska no tiene más opción que pedir disculpas a Ciudadanos, luego dimitir y después buscar uno de esos juzgados de paz que hay en los pueblos medianos, donde recalan los que han logrado los peores números en las promociones judiciales, los que se han colado por la gatera en cuarto turno, caso de la Vice Vogue, o los que aspiran a una larga etapa de tranquilidad espiritual, aprovechando que el juzgado es de paz, para limpiar su conciencia y desintoxicar su mente, circunstancias que deberán llevarles tanto tiempo como les quede para la jubilación. Eso sí, lo primero que debe hacer Marlaska es un juramento solemne, aunque solo sea ante el espejo: Mostrar su más firme voluntad de abandonar la órbita socialista y dejar de aspirar el veneno que se inhala en su interior.  


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