Stanley G. Payne
ofrece aquí su punto de vista sobre unos inicios republicanos en España donde ya, nada
menos que a principios de los años 30, solamente la izquierda se creía con
derecho a gobernar. Pone como ejemplo a Portugal, cuya izquierda ejerció siempre
un gobierno calamitoso durante la Primera República, hasta el punto de que se hallaba muy alejada de la
democracia puesto que no toleró la alternancia. Pues en España, diríase que
tres cuartos de lo mismo que en Portugal al inicio de la II República. Y lo más curioso es que hoy en día, en julio de 2019, la izquierda poco o nada democrática mantiene la misma creencia de que solo ella posee el derecho a ostentar el poder.
Se
prefirió el modelo revolucionario (6)
La izquierda
republicana ignoró el ejemplo de la vecina república portuguesa que había
gobernado de manera calamitosa entre 1910 y 1926. Tal y como lo ha descrito uno
de sus principales historiadores, Rui Ramos, la «Primera República portuguesa
no fue nunca una democracia liberal, sino un estado regido por un movimiento
revolucionario, el Partido Republicano Portugués (PRP), que privó del derecho
al voto a la mayor parte del electorado y, aunque permitió que otras fuerzas
estuvieran representadas en el Parlamento, nunca consintió una alternancia
pacífica en el poder […] Tan sólo el ejército fue capaz de derrotar al PRP». La
república portuguesa había representado una continuidad con el radicalismo
decimonónico más que un avance hacia la democracia del siglo XX.
Además, la
izquierda republicana pretendía excluir permanentemente a la derecha del
gobierno. Creían que su posición sería coherente con la democracia porque
estaban convencidos de que la coalición republicana gobernante representaba a
la gran mayoría de la opinión pública española. A primera vista, esta
conclusión derivaba de su aplastante victoria en las elecciones parlamentarias
de junio de 1931. La oposición de derechas estaba tan confusa y desorganizada
como intimidada y carente de liderazgo y obtuvo una representación muy escasa
en las primeras Cortes republicanas.
La izquierda
republicana tan sólo conformaba el centroizquierda en la nueva alianza de
gobierno, cuya ala izquierda era el Partido Socialista. Fundado en 1879, el
Partido Socialista Obrero Español (PSOE), era el clásico movimiento nacido de
la Segunda Internacional y, durante décadas había sido uno de los más débiles partidos
socialistas europeos. Cuando en 1910 su líder, Pablo Iglesias, fue elegido
diputado por primera vez lanzó, en su discurso de toma de posesión, un cruel
ataque al gobierno reformista de Canalejas que había sido, durante más de dos
décadas, la administración española más progresista, al tiempo que declaraba
legítimo el asesinato del líder del Partido Conservador. Junto con los
anarcosindicalistas, los socialistas habían convocado la huelga general
revolucionaria de 1917 con el fin de instaurar una república constituyente,
huelga que se saldó con un balance de setenta y un muertos y cientos de
heridos.
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