sábado, 27 de julio de 2019

La Segunda República Española (11) (1 de 2)


Josep Pla describe en este artículo para “El Noticiero Sevillano” los acontecimientos que se produjeron en Cataluña, iniciados en las elecciones del Ayuntamiento de Barcelona y concluidos al proclamar Macià la república independiente. Pla afirma que: “Fue un espectáculo que, desde el punto de vista democrático orgánico, debe calificarse de poco edificante”. Al tratarse de un artículo bastante extenso (más de 1.100 palabras), lo he dividido en dos partes para facilitar su lectura.

LA SITUACIÓN POLÍTICA EN CATALUÑA (Primera parte)
Para comprender algo la situación en que se encuentra políticamente Cataluña con la proclamación de la República, debe uno reproducir, esquemáticamente, el panorama preelectoral, del cual lo que pasa estos días no es más que un reflejo. Para los cincuenta puestos del Ayuntamiento de Barcelona, lucharon más de cuatrocientos candidatos, y esta euforia electoral fue una característica observable en toda la región catalana. Esencialmente, empero, cuatro candidaturas se disputaron la administración municipal.

La única candidatura homogénea fue la de la Lliga Regionalista (Cambó). Este partido, contra lo que cree mucha gente, no perdió ninguna posición en Barcelona y obtuvo más votos que en cualquiera otra campaña anterior.

En la candidatura radical, don Alejandro Lerroux dio muestras, al estructurarla, de un prudente empirismo. Puso en ella federales históricos, hombres de la derecha republicana adheridos al señor Alcalá Zamora, socialistas adheridos a la Unión General de Trabajadores, radicales propiamente dichos y personas de significación social conservadora. Fue una ensalada (en el original: “salade”) extremadamente variada y compleja.

Don Francisco Macià siguió la misma táctica. En los carteles de Esquerra Republicana se agruparon separatistas notorios, socialistas catalanes, hombres del Partido Radical Socialista (Domingo), comunizantes [filocomunistas]) del grupo de la revista L’Opinió, disidentes de todos los partidos. Fue sobre esta candidatura que los dirigentes del Sindicato Único [Confederación Regional del Trabajo de Cataluña, anarquistas], al observar las posibilidades revolucionarias que podían preverse en la actuación del señor Macià y en el temperamento exaltado de sus amigos, mandaron concentrar los votos. El triunfo que obtuvo fue arrollador, definitivo.

Una cuarta candidatura se presentaba: la de Acció Catalana, partido que tiene hoy en el Gobierno de la República uno de sus más conocidos representantes: el señor Nicolau d’Olwer. Esta candidatura fue, empero, derrotada, y este partido no sacó ni un solo concejal. El señor Nicolau no ha podido, pues, apoyarse en un triunfo electoral para ocupar el Ministerio de la Economía. Por el Pacto de San Sebastián, sin embargo, el número de los ministerios era ampliable, pero los titulares de los mismos eran invariables. Por eso el señor Nicolau ha podido ser ministro.

Ahora bien: creo que basta la enumeración de los matices políticos esenciales que lucharon el 12 en Barcelona, para dar una idea de la atomización política enorme a que se llegó en Cataluña antes de las elecciones. Fue un espectáculo que, desde el punto de vista democrático orgánico, debe calificarse de poco edificante.

El día 13 [de abril de 1931] fue en Barcelona un día de conspiración. Se tomaron las medidas para el asalto del poder y el señor Macià se puso al frente. Al día siguiente por la mañana [14 de abril de 1931], cuatro o cinco horas antes que en Madrid, fue proclamada la República catalana independiente. Macià y sus amigos penetraron por una ventana en el Palacio de la Generalidad y se instalaron en las oficinas. Se dieron las órdenes oportunas para asediar los otros centros oficiales. Aiguader [político de Estat Català y ERC] se apoderó del Ayuntamiento. López Ochoa, con un volante del Abuelo —en Cataluña, Macià es llamado el Avi—, desalojó a Despujols [militar] de la Capitanía General. El abogado Anguera de Sojo marchó sobre la Audiencia territorial. Para el Gobierno Civil se luchó vivamente. Emiliano Iglesias llegó primero al Gobierno [Civil], seguido de las huestes radicales. Pero Companys llegó después con tropa y el señor Iglesias huyó de Barcelona y se refugió en el hall del Palace de Madrid.

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