lunes, 11 de febrero de 2019

El juicio


Mañana comienza el juicio sobre los golpistas catanazis. Me resisto a llamarlos catalanes porque es un gentilicio de lo más digno y admirable por cuantiosas razones. Créanme, lo sé de primera mano por haber vivido durante cuarenta años en Cataluña y haberlos conocido a fondo. Es más, estoy convencido de que no existe ninguna región en este mundo (sea del Estado que sea, pongamos Alemania, Francia o USA), que de haber sido sometido a un adoctrinamiento tan largo, intenso y cargado de odio en contra de la nación a la que pertenece, hubiera reaccionado de distinto modo.


Luego la deslealtad continuada hacia España que se ha dado en Cataluña durante varias décadas, sin exculpar del todo a una parte de su población, debe atribuirse en primer lugar a su funesta clase dirigente (cuyo independentista en jefe se conoce: Jordi Pujol), pero también se debe hacer responsable de semejante trayectoria alevosa a unos gobiernos de España que a poco de llegar la Transición comenzaron a mirar para otro lado y ahí siguen, bailándole el agua por interés propio a los golpistas.

No estoy muy seguro de que el juicio acabe bien, me refiero a que concluya con una condena adecuada a los “merecimientos” de quienes se creyeron, desde un simple parlamento regional que carecía de atribuciones y contaba solo con dos o tres diputados más que la oposición, con la facultad necesaria para proclamar la República catalana. Es decir, quisieron convertirse así por las buenas en un país independiente de España, sin considerar la Ley, los siglos de Historia común y en contra de la mayor parte de la población catalana.

El acto de usar esa escuálida mayoría de diputados (que no de votos ciudadanos) para semejante proclamación (el propio “Estatut” requiere una mayoría de dos tercios para ser reformado), es en sí mismo, junto a la violencia callejera desatada alrededor del referéndum ilegal y tramposo del 1 de Octubre de 2017, más que suficiente para acusar a los golpistas del peor de los delitos atribuibles a un político: Rebelión. Esperemos que la tramoya catanazi sobre el juicio no sobrepase lo anecdótico y el Supremo acabe aplicando la más justa y dura sentencia que corresponda.

Esperemos, asimismo, que el okupa Sánchez no esté al frente del Gobierno para cuando deba aplicarse la sentencia, de este modo se evitaría lo que es un rumor generalizado: Que Sánchez devolverá a los golpistas a las cárceles catalanas y que además transferirá a los jueces de vigilancia penitenciaria, lo que sería una forma de dejar a los presos en la calle.

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