lunes, 13 de abril de 2020

Otras curiosidades del siglo VIII (8)


En relación con la novela histórica “Viento de furioso empuje” (a la venta en Amazon, ebook 3,55€), expongo hoy lo que algunos historiadores opinan sobre las razones que impulsaron a los árabes a conquistar el mundo conocido. Y dentro de ese mundo, no falta quien asegura que un objetivo prioritario fue la conquista de Roma, el imperio más recordado y admirado en los siglos precedentes que el islam Omeya quiso emular desde Damasco.  

Prácticas expansivas: Entre los historiadores no hay acuerdo en absoluto para fijar cuál era el propósito de los gobernantes musulmanes respecto a sus conquistas. Mientras que unos autores creen que el poder del islam jamás se planteó la anexión del antiguo Imperio romano, sobre todo porque desconocía buena parte de su realidad geográfica, otros sostienen la idea de que los califas pretendían, en una primera etapa, llegar hasta Roma bordeando el Mediterráneo por ambos extremos; es decir, por dos vías opuestas de penetración que se iniciaban en Constantinopla, a la que asediaron en varias ocasiones, y en la península Ibérica.

Si consideramos que el islam no es solo una religión, sino una forma de vida que proclama el ideal de “reformar la Tierra”, la expansión indefinida del Imperio islámico parece que fuese casi obligada, y no solo hacia occidente. De todos modos, en la época del relato (principios del siglo VIII) los gobernantes omeyas aplicaban con cierta liberalidad los preceptos islámicos, dándole a su gobierno un carácter tan religioso como mundano y político.

Fue a partir del siglo IX, ya en época abasí, cuando el islam se reglamentó mediante la Sharia (ley islámica) y se convirtió en una religión mucho más rígida e intolerante que llegó a considerar a los gobernantes omeyas como simple tiranos que apenas se preocuparon de expandir la Umma a todos los que deseaban convertirse. Así, visto desde los ojos de un occidental de hoy, el Califato Omeya representaría un islam más condescendiente y moderadamente coránico, puesto que el Hadit, al que se le concede casi tanta importancia canónica como al Corán, es una compilación posterior al siglo IX que forma parte de la Sharia y que pretende mostrarnos las acciones y vida de Mahoma como ejemplo a seguir, pese a estar plagado de añadidos que a veces nada tienen que ver con el profeta.

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