Una de las características
principales de la novela histórica “Viento de furioso empuje” (a la venta en
Amazon, en papel y ebook), es la profusión de detalles fidedignos que se ha
intentado aportar respecto a la época en que se desarrolla el relato, año 711
de nuestra era, cuando un noble árabe se encuentra, casi de casualidad, frente
a las costas de Hispania justo cuando se prepara la invasión del reino visigodo
asentado en la totalidad de la Península Ibérica, el sureste de la Galia, región
a la que esos mismo godos denominaban Septimania, y un condado en el norte de África,
ocupado tras la marcha de los bizantinos, que comprendía una franja costera
entre Tánger y Ceuta.
Los territorios citados constituían
poco menos que un imperio en cuanto a extensión y número de habitantes, cifrado
por algunas fuentes en seis millones de personas, la inmensa mayor parte de ellos
de origen hispano romano, a los que se les añadía una importante minoría judía
y otra minoría similar, de alrededor de 400.000 miembros, pertenecientes a la
etnia goda, la cual mantenía el poder y se consideraba la clase dominante
gracias a que al poco de llegar a Hispania controló el ejército y el clero.
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