En la novela histórica “Viento de furioso empuje”, que trascurre a principios del siglo VIII, la ciudad de Ceuta se cita a menudo, así como a su conde, Julián, y a otros nobles visigodos que la habitaban. Ahora bien, de la Ceuta de esa época no se sabe demasiado y encima su historiografía está plagada de hechos fantasiosos. Los siguientes párrafos describen parte de una historia que considero más real.
En tiempos del emperador Justiniano I, el Grande, Bizancio ocupó Ceuta y la convirtió en presidio para expatriados políticos. Se dice que cuando cayeron los territorios que el Imperio romano de Oriente mantenía en la península Ibérica, una buena franja que comprendía todo el sureste de Hispania, con Capital en Cartagena, la población bizantina de Ceuta fue evacuada hacia la ciudad de Cesárea, llamada en la actualidad Cherchell (Argelia), ya que carecía de sentido práctico para su defensa mantener un enclave demasiado alejado de zonas afines, que además debía ser abastecido por mar desde la propia Cesárea o desde las islas Baleares, también en posesión de Bizancio.
Los visigodos, como herederos de las posesiones del Imperio de Oriente en el litoral mediterráneo ibérico, enseguida ocuparon Ceuta y la región de Tánger, creándose un ducado en esta última población, inicialmente con ánimo expansionista, que más tarde derivó en condado y que pasó a depender del duque de la Bética, rival declarado del rey Witiza y de su vasallo el conde Julián. Cuando falleció Witiza, el duque bético, Rodrigo, fue elegido sucesor por el Senado y ungido en Toledo. No se olvide que la monarquía visigoda era de carácter electiva, aunque llevase años sin elección del monarca como consecuencia del “viejo truco” de asociar al trono al heredero.
A raíz de una sucesión tan perjudicial para los herederos de Witiza, que habían reclamado la corona para el joven Aquila, duque de la Tarraconense, sin que el Senado lo aceptase como candidato al ser menor de edad, y considerando que Rodrigo dejó de abastecer por mar la ciudad de Ceuta como represalia hacia Julián, única ciudad que el conde conservaba al haber entregado el resto de su condado a los musulmanes en un pacto inevitable de capitulación, se organizó un encuentro entre el conde Julián y el emir Musa a fin de apalabrar, previo pago de su importe, un ejército beréber que ayudase a derrocar a Rodrigo.
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