En relación con la novela histórica “Viento de furioso empuje” (a la venta en Amazon, tapa blanda 16,34€ y ebook 3,55€), existe un capítulo en el que los protagonistas polemizan sobre la herejía que se avecina, acerca de la cual el Papa Constantino I tuvo un anticipo esclarecedor al recalar en la isla de Rodas. La herejía consistía en eliminar toda clase de iconos e incluso prescindir de la figura del redentor en los crucifijos. Como símbolo del cristianismo solo se permitiría la cruz. Semejante iniciativa iconoclasta sería impulsada por León III, quien no tardaría en proclamarse emperador de Bizancio. Veamos algunos datos más sobre el citado emperador y sus razones para la herejía:
León III, el Isaurio: Según la historiografía consultada, nada más lejos de las intenciones del emperador León III que buscar la conciliación o sincretismo entre el cristianismo y el islamismo. De hecho, el llamado Isaurio salvó con gran vigor a Constantinopla del último gran asedio árabe y persiguió cuanto pudo a los sitiadores.
Las versiones más creíbles afirman que el emperador León III fomentó la eliminación de los iconos para reducir el poder del clero, que ejercía una enorme influencia en la población y mantenía a la Iglesia fuertemente ritualizada, casi circense, con objeto de atraer a los fieles. Además, los religiosos poseían incalculables tesoros y tierras, muchas de ellas arrendadas o improductivas, y no pagaban impuestos acordes a su inmensa riqueza, como tampoco estaban obligados al servicio de armas, ni ellos ni sus asalariados, lo que sucedía en un momento histórico en que la ausencia de cualquier grupo importante de combatientes se echaba en falta.
El clero del Imperio bizantino estaba compuesto por muchos miles de religiosos, sobre todo monjes, y numerosos sirvientes y campesinos. Se calcula que solo en la ciudad de Constantinopla, además de las abundantes iglesias, había casi un centenar de monasterios abarrotados de frailes que poseían innumerables iconos y supuestas reliquias que Elena, madre de Constantino I, puso de moda coleccionar. Por otra parte, unos tres años antes de que León III decretase la eliminación de los iconos, el Califa había dispuesto lo mismo en todas las iglesias del Imperio islámico, por lo que uno de los argumentos contra la orden del emperador fue tacharle de hereje musulmán.
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