Si la belleza
atrae el amor, a buen seguro que el nuevo fichaje del Coletas atraerá más bien la
repugnancia. Que alguien me diga si Alberto Rodríguez, el “Rastas”, supone la
imagen opuesta del defraudador “Echeminga”. Va a ser que no, que Rodríguez no puede
ser el símbolo mejorado de Podemos, puesto que, en otro estilo, es tan adefesio
como su predecesor y tampoco se lava los dientes. De lavarse el pelo ya ni
hablemos. Y es que “Echeminga” podía llegar a dar lástima a causa de su
invalidez, sentimiento que anulaba de inmediato tan pronto soltaba espumarajos
sectarios por la boca, lo que hacía a menudo. Pero el “Rastas” es que da
directamente asquito.
Pablenín, que es
mucho más listillo que cualquiera, y no poco caradura, no ha dudado en culpar a
un tercero de la debacle electoral montada por él y su prójima Montero. De lo
más curioso si se considera que nunca se ha movido una brizna de hierba en
Podemos sin que alguno de los dos diera el visto bueno, de ahí que, para curarse
preventivamente en salud, haya tenido ahora las santas narices de buscar al tipo
menos agraciado de entre los que no se han alzado en rebeldía contra los “Marqueses”,
y darle el cargo de “Número Dos”, o sea, de futuro cabeza de turco de la
siguiente debacle.
Y uno se
pregunta: ¿Qué tiene que ganar Pablenín al adjuntarse semejante espantajo?
Juraría que la operación “Adefesio” está motivada por una razón de lo más
elemental: “Cuando me miro al espejo, me veo de lo más corriente… ¡Ahora,
cuando me comparo…!”. Pues esa es la jugada del jodío Iglesias, poner a
un adefesio al lado suyo para que él, en lugar de parecer un chepas de pelo
sucio, destaque como el más bello del baile. Típica estrategia de los años 70-80,
en que las jovencitas del más puro montón buscaban como amiga a otra nena que
fuese fea. Se trataba de ligar por descarte en las discotecas.
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