A Pedro Sánchez
no le basta con haber entregado Navarra a la banda filoetarra de Bildu y a la
sucursal del PNV, Geroa Bai, cuyas fechorías en los últimos cuatro años han
sido innumerables y han venido encabezadas siempre por la imposición del
euskera en un territorio donde ese idioma solo lo conoce el 6,7% de la
población.
No le basta a
Pedro Sánchez, repito, porque todo apunta a que es un sujeto sin alma al que le
da igual secundar cualquier opresión con tal de seguir en el poder, de ahí que
haya accedido a darles continuidad a los mismos que tanto abusaron de la
población navarra en la anterior legislatura.
Ahora bien, cualquiera
que fuese decente, a diferencia de Sánchez, lo primero que se preguntaría es:
¿Debemos considerar justo que en Navarra haya un 93,3% de personas sometidas a
la nueva dictadura lingüística de los expansionistas vascos?
Otra decisión
indigna del presidente en funciones ha sido la de ofrecer a Cataluña (otro
caladero de posibles votos para su investidura) nada menos que el 33% del total de la partida destinada a la financiación autonómica. De modo que si Cataluña cuenta con 7,5
millones de habitantes, lo que viene a ser el 16,1% del total de España, pues
entonces nada más lógico que duplicar la cantidad de pasta que debería enviarles a los
catalanes.
Y así podría
seguir hasta llenar varias páginas, porque el socialismo no tiene arreglo a la
hora de tratar a todos los españoles por igual, ni ha sabido nunca, ni ahora sabe, ni quiere. Y Sánchez
en absoluto es el llamado a solucionar las muchas arbitrariedades que de la
secta sociata se derivan, al contrario, los atropellos irán a más según avance
la legislatura.
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