Cuando Garicano
fue de “Uno” por Ciudadanos a las Europeas, ya me olió a chamusquina de la
buena. Porque no hay partido que no desplace a ese tipo de elecciones, y menos aún
en puestos de salida, al “material sobrante” que trata de socavar el suelo de
los que mandan, de donde se deduce que Garicano molestaba lo suyo al ser un
competidor directo de Rivera, si bien el muy listo procedía a través de ciertos
métodos subterráneos (una declaración aquí o allá), nunca en las reuniones de la
Ejecutiva, o mediante la interposición de “terceros” más o menos frenéticos.
Objetivo, el mismo de siempre en cualquier partido: hacerse con el poder
vertiendo veneno en la copa del ausente.
Uno de esos “terceros”
frenéticos, Tony Roldán, ha estallado en mil pedazos, eso sí, ninguno de ellos
aprovechable, y lo ha hecho tan pronto como se ha ido de Ciudadanos, ¿con
destino a? En una rueda de prensa Roldán ha venido a decir que él “no quiere
ser azul”, o sea, de derechas. Y mucho menos considerar un pacto mínimo con
VOX, que sería el colmo de la desgracia aun cuando no falta gente que lo está
pidiendo a gritos, por ejemplo en Madrid o Murcia, dos comunidades que pueden
acabar perdiendo en favor de la izquierda sarmentosa (que no parece le molesta tanto
a Roldán) y como consecuencia de un encastillamiento de los naranjitas que
sigue negándole a los de Abascal hasta el aire que respiran.
Y claro, si uno
sabe que la formación a la que pertenece es decisiva para que el gobierno se
decante a uno u otro lado, a lo último que aspira es al desprecio, y encima gratis
total, única salida que se le está dando a los de VOX: no te ofrezco nada pero
que sepas que te desprecio al estilo Roldán o Garicano. Es decir, puedo aceptar
los pactos con Bildu y otras sabandijas, pero jamás con VOX.
Así que mi
sugerencia de hoy se la envío a los líderes de Ciudadanos: Muchachos, despertad
de una vez, echaros un poco de agua fresca en la cara y procurad llegar a ciertos
acuerdos con VOX allá donde haga falta. Al fin y al cabo, algunos de vuestros
quintacolumnistas ya se han largado al dárselas de liberales exquisitos, o
están en vías de largarse a vete a saber dónde y no sería de extrañar que
alguno recalara en el PSOE. Eso sí, otros han dejado el partido pero no el
sueldo, por supuesto, caso Javier Nart. En resumidas cuentas, si se van los más
revoltosos nadie pondrá el grito en el cielo cuando tratéis de ser unos
políticos más ecuánimes con VOX.
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