En cuanto uno
repasa la historia de las dos repúblicas que hemos padecido en España, incluso sin
necesidad de profundizar demasiado en el tema, advierte que se caracterizaron
por sendas etapas de fracaso absoluto, anarquizante en el caso de la I
República, que incluía lo que se ha denominado "Sublevación Cantonal", según la cual solo en Murcia había varias "naciones" que se declararon mutuamente la guerra, a lo que debería añadirse, en el caso de la II República, la mayor tragedia
que puede concebirse para una nación multicentenaria como es España: La Guerra
Civil.
De ahí que en mi
caso, sin considerarme un monárquico frenético, dado que hemos contado con
algún rey felón en el siglo XIX y el conocimiento de esa época anuló la simpatía
de muchos españoles, considere a la Monarquía parlamentaria como el régimen más
adecuado para mantener la unidad y el bienestar de nuestra Nación. Por lo tanto,
mientras exista un socialismo vengativo que mantenga en vigor la ley de Memoria
Histórica, o como diablos se llame, cuyo fin primordial es emular al adoctrinamiento separatista para no
abandonar jamás el poder, más ese otro peligro eterno que supone la
desfragmentación golpista de España, vía referéndum pactado o consentido, el
gran muro de contención de los radicales es nuestro rey Felipe VI. ¡Nada menos que todo un Rey!
Al respecto,
debo confesar que me ha causado cierta emoción el hecho de ver a dos españoles
inclinar levemente la cabeza, en señal de respeto, cuando el Rey les ha
recibido en audiencia: fueron los líderes de VOX y del PP, algo que no he visto
hacer ni al líder de Ciudadanos –hubiera sido “demasié”– ni a los líderes de
ninguno otro partido, destacando sobre todos ellos, en sentido opuesto, la mala educación de Laura Borràs,
que quiso sonreír a la cámara de TV mientras estrechaba la mano del monarca.
Otro emocionante
detalle de los componentes de VOX, que en mi opinión es el partido político más
rectilíneo en el amor a España, fue el hecho protagonizado por José Ignacio
Arias Moreno, quien al ser nombrado tercer vicepresidente de la mesa en el
parlamento de Madrid (imagen superior), lo primero que hizo al acceder a su nuevo despacho fue retirar
un pasquín podemita y, junto a las banderas, colocar la imagen de S. M. Felipe VI.
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