El sujeto que se
pasó un año entero asegurando que no podría dormir si las circunstancias le
forzaban a gobernar con los comunistas y los separatistas, una vez conocido el resultado de las generales no tardó ni un cuarto
de hora en encamarse con ellos y demostrar así su talante falsario. De ahí que hoy,
tras un mes de fechorías gubernativas, haya quedado claro cuál es el símbolo que
guía sus decisiones políticas: la mentira podrida.
Así pues, so Fraudez, toma nota: Si tu vida política fuese descrita como una novela en la que
desempañaras el papel de villano, único en el que pareces encajar, el autor te
habría dotado con unos rasgos envueltos en mentiras continuadas que a la postre
derivarían en un mal sueño. Y entre una y otra lacra de despotismo, transcurrían
tus muchos traspiés y no pocas malas pasadas a costa de los españoles.
Según el clásico:
“Mentir poco no es posible; el que miente a todas horas [como haces tú], miente
en toda la extensión de la mentira. Satanás tiene dos nombre: se llama Satanás
y se llama mentira”. De modo que la mentira no debe encontrar más que desprecio,
si bien una mentira nunca vive hasta hacerse vieja, por eso a los mentirosos
torpes se les pilla tan a menudo en sus falsedades.
Aun así, “¿qué
puede hacer la verdad desnuda y fría frente a las brillantes apariencias de las
mentiras?”. Mentiras brillantes, ese fue el punto de partida de Fraudez al
prometer un sinnúmero de falsedades en campaña electoral, para hacer luego justo
lo contrario. Y eso se llama embaucar miserablemente al pueblo, lo que debería
estar castigado con prisión en el Código Penal. Y no, tu etapa monclovita no será una ensoñación, sino una auténtica pesadilla.
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