De qué se puede
escribir cuando el asco que despierta este gobierno de social-comunistas ultras,
encamado con los golpistas catanazis, se convierte en crónico y tedioso por lo
muy habitual. Me imagino tener que soportar durante cuatro años el mismo nivel
de repugnancia y se me llevan los demonios.
Con todo, lo
cierto es que en estos días es relativamente fácil, puesto que esta gentuza da motivos sobrados, abrir el folio en blanco y rellenarlo
dándole a las teclas: Tómese una página de prensa cualquiera, por ejemplo de OK Diario; pronúnciese el conjuro típico “pinto, pinto gorgorito”… mientras se pasa el dedo por
la pantalla del PC mirando al tendido, y allá donde se pose el dedo es bastante
probable que aterricemos ante una nueva evidencia de fechoría gubernativa, lo
que se convierte en una razón adicional para sentir y mantener el asco.
Carlos Cuesta,
ese periodista de primera fila que sería vicepresidente del gobierno si lo tuviera
en sus filas la izquierda que ahora manda, comenta lo último que se ha sabido
del caso Ábalos-Delcy: “Un testigo directo ha desvelado ante notario lo
ocurrido en la madrugada del 19 al 20 de enero en el Aeropuerto de Barajas. El
pasaje [no se indica el número de pasajeros] cruzó territorio español, con la
número 2 del régimen de Nicolás Maduro a la cabeza, sin controlar el pasaporte
de la vicepresidenta y hasta se cruzaron dos carros de maletas sin controlar”.
Y añade el testigo: “Un contingente de la embajada venezolana [en España]
estaba esperando la llegada del vuelo de Caracas”. Prueba de que todo se sabía
con bastante antelación y fue bien poco lo improvisado.
Todo lo anterior
demuestra, una vez más, la enorme falsedad de Ábalos tras su interminable cadena
de mentiras. Eso sí, asimismo se confirma la poca vergüenza de quien defendió a
su ministro y que ha venido a ser, como se vio ayer en el Pleno del Congreso,
un patán barriobajero con modales de macarra: Pedro Sánchez, alias Fraudez el marrullero. Cualidades “relevantes”
todas ellas, tanto por parte de Fraudez como de Ábalos, destinadas a que
algunos sintamos verdadero asco.
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