Ese sujeto que
algunos creen que es el presidente del gobierno de España, y lo creen porque el
mundo está lleno de gente buena a la que le cuesta advertir las fechorías
políticas, aterrizó ayer en Barcelona con el único propósito de limpiarle los
zapatos a un delincuente, un tal Torra, supremacista cargado de malas
intenciones y peores exigencias.
De entrada, Fraudez
le ofreció un dosier a la fiera catanazi por ver si la aplacaba con “chucherías”.
En dicho dosier se contempla el posible traspaso de otras 44 medidas destinadas a entregarles a los catanazis nuevas transferencias y la titularidad de algunos organismos,
como pueda ser el Aeropuerto de Barcelona, el Puerto, la Autonomía Tributaria
propia, etc., etc.
Lo que ocurre es
que ese ser superior que obedece al nombre de Quim (superior hasta que le miras
la cara o le oyes hablar), no se molestó en leer el papel que le entregó Fraudez
y se limitó a decirle una y otra vez que quiere un referéndum legal para irse
de España. Fraudez no le dijo que no, sino que dejó un mensaje ambiguo, pero le
dio a entender que para más adelante todo podría plantearse. Eso sí, Fraudez
volvió a comentar (en apoyo de lo que se decida en ese más adelante) que “La ley
no basta sola”. De donde se deduce que si la ley no basta, se retuerce hasta
que se amolde a nuestros deseos.
¡Qué vergüenza de
visita en nombre de España y qué par de indeseables para gestionar las teóricas
“buenas” relaciones!
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