miércoles, 26 de febrero de 2020

Igea, el ‘verso suelto’ de Ciudadanos


Por lo que conozco de Francisco Igea, parece que este buen señor aspira a presidir Ciudadanos o, en su defecto, a ser el Feijóo de Castilla y León, es decir, juraría que pretende conformar un partido donde no falten ciertas baronías que se pasen por el forro lo que decida la Ejecutiva nacional. Vamos, lo que pudiéramos considerar el horror de “la España de las autonomías”, pero en partidos políticos.


La Ejecutiva está ahora en manos de una Comisión Gestora presidida por Villegas, pero dentro de poco deberá escoger a un presidente, cargo que probablemente recaiga en Inés Arrimadas. Y ese es el problema para Igea, Arrimadas de jefa, una señora de gran carisma, muy querida por los simpatizantes de Ciudadanos, y de un valor político demostrado, sobre todo en Cataluña, al que Igea no llega ni de lejos, si exceptuamos su ambición territorial.

El pretexto de Igea para presentarse contra Arrimadas, algo que me parece muy bien siempre que responda a razones de peso, es que quiere que “Ciudadanos siga siendo un proyecto autónomo y permanezca donde nació, en el centro”. Ahora bien, advierto dos circunstancias anacrónicas en el argumento de Igea:

1. Es de lo más peregrino que un partido con 10 diputados quiera mantenerse a toda costa en lo alto de la almena centrista. ¿Sabrá este hombre para qué se inventaron las alianzas electorales? Sobre todo en tiempos de crisis nacional. ¿Sabrá cuál será la influencia que Ciudadanos, si mantiene su centrismo inmaculado, podrá ejercer sobre un socialismo echado al monte de la parcela comunista-separatista?

2. ¿Qué futuro le aguarda a un partido que no antepone el patriotismo español, hoy tan necesario y al estilo Arrimadas, frente a esa postura de Igea tendente a no ser ni carne ni pescado y destinada a pactar a ambos lados, si interesa? Si se tiene cierta perspicacia, en lugar de encastillarse en la idea centrista, es obligado actuar según un orden de prioridades establecido por la situación política, y ésta viene marcada hoy en día (y probablemente durante toda la legislatura) por un gobierno plagado de bandoleros sin escrúpulos y asalta bolsillos.

En resumen, los partidos políticos, como las personas, tienen sus ciclos: Nacen, crecen, se consolidan, decaen y mueren. Así ocurrió con la UCD de Suárez, ¡quién lo hubiera dicho en su momento!, lo mismo que sucedió con el PCE de Anguita, hoy con dos diputados de IU incrustados en Podemos. Espero no tener que narrar algún día que Ciudadanos ha pasado a mejor vida a causa de la llegada de Igea a la presidencia del partido, quien no debe obviar que su partido se encuentra ahora de lo más decaído.

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