Y mucho menos
practicándoles el boca a boca, que es lo que hace el gobierno de Fraudez con el
tirano Maduro después de haber reconocido a Guaidó (igual que toda la Unión
Europea) como presidente legítimo de Venezuela. Una actitud, la de Fraudez, que
supone el bandazo más descarado e inmoral de cuantos ha dado a lo largo de su corta trayectoria política, y los bandazos han sido ciento y la madre. Una actitud,
la de Fraudez, tan típica en él, que merece ser llamado “El Señor de los
Bandazos”.
Bandazos siempre
para mal, siempre en contra de España y de los que la sentimos en el alma, siempre
opuestos a la democracia, la libertad y la justicia. Bandazos, según se van
viendo, en los que promete algo medianamente decente (que usa como método propagandístico) para, en cuestión de horas y a veces de minutos, retorcérsele el cuello como a
la niña del exorcista y vomitar lo radicalmente opuesto: maldad concentrada.
Por eso la frase
de José María Aznar, ‘Soplando no caen los dictadores’, me parece de lo
más acertada para significar que a Maduro le ha llegado la hora, por más que a Fraudez y al Coletas les disguste. Una hora que
no parece sea inmediata, si bien ciertos detalles hacen confiar en que será a
no tardar. Por ejemplo, el hecho de que ayer apalizaran al presidente Guaidó a
su llegada a Caracas confirma la enorme desconfianza que sobre sí mismo tiene ya
el régimen narco-comunista, cuando necesita recurrir a tales métodos y pide a
sus sicarios que lastimen y humillen a Guaidó pero no lo asesinen.
Así, pues,
¿cuándo concluirá esta situación tan espantosa en Venezuela? ¿Cuándo se
restablecerán los derechos humanos y la libertad? ¿En qué momento comenzará a
regresar una población huida a millones de semejante “paraíso” comunista y podrá
comer con normalidad? A mi juicio, la respuesta es sencilla: En cuanto Donald
Trump gane las elecciones de noviembre y decida dar un ultimátum al monigote
Maduro: “Tienes 10 días para abandonar el poder o iré directamente a por ti. Si
te resistes, te daré el mismo tratamiento que al general iraní, cuando menos te
lo esperes un dron te soltará un 'mensaje' en el cogote”.
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