jueves, 20 de junio de 2019

La traición de Sánchez en Navarra


Al decir del clásico, “el traidor no es otra cosa que un déspota en apuros”. Y esto es, ni más ni menos, lo que le ha pasado a Sánchez, ese pájaro de medio pelo que, considerándose apurado a la hora de reunir los apoyos necesarios para su investidura, no ha dudado en entregar Navarra a los euskonazis de Geroa Bai y Bildu, aceptando así lo que se prevé como un chantaje continuado a lo largo de la legislatura con tal de permanecer en la Moncloa.


La traición a la unidad de España puede ser ocasional, como ha ocurrido en Navarra, puede ser ilimitada, como se espera que ocurra durante cuatro años de mandato socialista, pero lo que jamás será es eterna, puesto que llegará el día –así lo espero– que la mayoría de los españoles nos demos cuenta que el socialismo está plagado de hijos de Satanás y pongamos a ese partido donde se merece: el estercolero de la Historia.

Cada ley o presupuesto que deba aprobarse durante el mandato de Sánchez, para lo que sin duda hará falta contar con el apoyo parlamentario de toda clase de nacionalistas, supondrá una partida milmillonaria con destino al País Vasco –léase PNV– y otro tanto con destino a Cataluña –léase la banda de Torra o del catanazi que le suceda–, de ahí que a algunos nos quede claro que la traición ilimitada no es más que el resultado del chantaje continuado. Y un presidente del Gobierno de España al que, según parece, no le importa mal gobernar para todos puesto que lo hará casi en exclusiva para las regiones díscolas –he estado a punto de escribir traidoras-, lo único que merece es el desprecio de los demócratas, que es lo que se siente hacia los políticos que carecen por completo de virtudes, es decir, “los déspotas en apuros”.

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