El reciente fallo del Tribunal
Supremo supone un revés importante para el trasvase Tajo-Segura. Al fijar un
caudal ecológico para el Tajo, se ha desautorizado el acuerdo de hace años
entre el gobierno de Rajoy y el de Castilla-La Mancha (en tiempos de Cospedal y hasta la llegada del socialista García-Page), que fijaba una cantidad mínima
(digamos razonable) de agua embalsada en los pantanos de Entrepeñas y Buendía. Para
entendernos, el Supremo apunta ahora a lo que debe hacerse, a lo deseable. Y me
parece muy bien, pero no dice cómo debe hacerse y, lo que es peor, quién debe
fijar el caudal y cuándo ponerlo en práctica. Es decir, en qué fecha los
murcianos, almerienses y levantinos en general (donde se incluye a Albacete) volveremos a la extrema necesidad hídrica.
En mi opinión, el Supremo se ha
limitado a una prédica ociosa que huele a sermón dominical, donde alude a una
especie de… “Sed todos nenes buenos y felices”. De hecho, un Supremo muy obnubilado
a la hora de tomar su decisión ha proclamado el derecho a la ecología con la
misma intensidad ”ejecutiva” que la Constitución Española de 1978, cuyo
artículo 47 dice que “todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna y
adecuada”. Como asimismo, en el artículo 35 se habla del derecho al
trabajo, y el desempleo más o menos atenuado sigue a su aire. Vamos, que el Supremo (y me hago cruces), mediante unas ideas tan
huecas como retóricas, ha venido a decirnos que “todos los ríos tienen derecho
a un caudal ecológico, digno y adecuado”. A los usuarios del trasvase, del que
ahora se cumplen 40 años y va destinado a más de tres millones de seres humanos
de cuatro regiones de España, y del que cientos de miles de ellos viven de
cultivar las tierras y necesitan el agua para no volver a la miseria… ¡pues que
les den!
Ojo, que conste que no estoy nada en contra de
que el Tajo posea un caudal ecológico, pero si acaso que se implemente de un
modo gradual y al mismo ritmo que se materializan otras opciones para
que en el Sureste puedan seguir con vida y con trabajo, sin necesidad de volver a la emigración de siglos anteriores. Por ejemplo, un trasvase entre
cuencas excedentarias no sería tan descabellado: Del Ebro y el Duero hacia Entrepeñas-Buendía
en el río Tajo, ya que parece que la alergia la provoca la simple mención del
río Segura y la presunción tan exagerada como errónea de los murcianos, entre los que no me cuento,
de poseer unas tierras tan feraces y de tan buen clima que son “La Huerta de
Europa” en lo que se refiere a frutas y verduras extra tempranas. Se
imputa a ciertas fuentes socialistas una frase deseosa de dar el finiquito: El trasvase Tajo-Segura es una obra de ingeniería atribuible al hombre y por el
hombre subsanable. Pero no es exactamente así, como se verá más adelante.
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