Sánchez, el “demócrata”.
Pedro Sánchez,
no ha descartado a nadie (excepto a VOX) para posibles pactos tras las
elecciones generales del 28 de abril. Preguntado en una entrevista en TVE si descartaba pactar con los independentistas, Sánchez no lo ha excluido e incluso ha
afirmado que tampoco se cierra
a entenderse "con Ciudadanos, Podemos o el PP en múltiples
cuestiones". "Lo que necesita el país es unirse en torno a los
grandes proyectos que tenemos por delante", y ha asegurado que
cree que los demócratas tienen que "respetarse y reconocerse".
"Cuando un partido le dice a otro que no va a pactar con ellos, que le van
a poner un cordón sanitario lo que están haciendo es excluir y tener una visión
absolutamente excluyente de nuestro sistema democrático", ha afirmado.
Lo que ocurre es que cualquier pacto
que pueda hacerse con Sánchez antes o después de las generales, incluso si
mediaran las disculpas del PP y C’s que el muy farsante pretende, resultaría
poco menos que papel mojado. Sobre el historial traicionero de los socialistas,
uno de los que podría dar fe es el antiguo convergente, Artur Mas, ese amigo de
los notarios que llegó a recibir la promesa solemne de Zapatero de que el
Tripartito catalán no se reeditaría. Y ya vimos lo que luego pasó en la
“Generalitat” catalana, que José Montilla acabó de “President” junto a ERC y
los comunistas. Así pues, en el pellejo de Casado y especialmente de Rivera, yo
no me fiaría mucho de Sánchez incluso si se acordara por escrito un pacto de
gobernabilidad para toda la legislatura y destinado a solucionar el gran lío del
separatismo catalán.
La Ley de Partidos y el Pacto
Antiterrorista, que teóricamente siguen en vigor, no pudieron figurar más por
escrito de lo que estaban, incluso fueron refrendadas en las Cortes, y hoy se
sabe que el socialista Zapatero (me refiero a él por ser el adelantado en esa
línea de traición que a Sánchez no le es ajena) firmaba los pactos con una mano
y con la otra acordaba un plan muy distinto con la banda de asesinos etarras.
De modo que… a la hora de fiarse de un socialista, nada de nada, porque Sánchez
tiene un horizonte claro, como es el de llegar lo más “apañao” posible a las
generales, y un acuerdo del tipo que fuese con C’s o el PP duraría justo hasta
el día siguiente si esas elecciones las volvieran a ganar los sanchistas y
estuviesen en disposición de gobernar con su reciente “totum revolutum” de
socios. Vamos, que la oferta de acuerdos a los diversos partidos la
utiliza Sánchez para que no se le ataque demasiado en campaña.
Por lo tanto, aprovechando el autismo
de un personaje con tan poca credibilidad, lo mejor que podrían hacer Casado y Rivera
es desafiar a los socialistas para que declarasen (más bien se les escapara) su
intención de pactar con cuanto independentista se les pusiera a tiro. Sería una
forma definitiva de mostrar a los electores de toda España con quién nos jugamos
los cuartos, una circunstancia que bien aprovechada por populares y ciudadanos podría
llevarles bastante cerca de la mayoría suficiente en las generales. Y mientras,
por si acaso, a mimar en todo lo que se pueda a los de VOX, con los que
establecería ya un pacto para dejar en la cuneta a los social-podemitas en las
provincias pequeñas.
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