Cada vez estoy más preocupado por
el rumbo que está tomando la situación política en España, y digo España… casi
con ironía. Porque de entrada, en uno de los dos bandos ni siquiera se dicen
españoles o muestran aprecio a los símbolos comunes, solo lo hacen con la boca
pequeña, en campaña electoral y durante unos breves segundos. Me refiero a esa
izquierda compuesta de socialistas, podemitas, comunistas, separatistas y
cuanta caterva sin ideología sensata, sea anarquista a lo CUP en Cataluña, sean
esas Mareas del populacho en todas partes que no obedecen más que a su propio
capricho. Del feminazismo ya ni hablo, ¡es un movimiento filo genocida contra
el hombre! Si gana las elecciones semejante masa calamitosa, todavía rota en
mil pedazos pero que ya huele a poder y a “confluencias”, ¡Dios nos pille
confesados!
Qué se puede decir del otro
bando, PP-C’s-VOX, más algún partido menor como UPN y Foro Asturias: No parecen
conscientes, ni de lejos, de que no les quedará más remedio que ir unidos en numerosas provincias si quieren mantener la “España viva” (en
expresión afortunada de VOX). Es lo contrario de lo que el PP y Ciudadanos vienen haciendo hasta ahora, puesto que el primero apela al voto útil (a favor, claro) donde hay pocos diputados en disputa y el segundo (en boca de Rivera) se las da de dejarse
votar por VOX para llegar al Gobierno (¿qué gobierno?). Eso sí, aclara C's que no compartirá
nada del programa de Abascal, que es curiosamente lo que está pasando en
Andalucía. Semejante torpeza les hará pagar un precio a Casado y Rivera; de
hecho, lo están pagando ya en cada nueva encuesta que aparece, donde el PP y C’s
se han estancado o bajan, mientras que VOX no para de subir y está por ver si
acaban segundos o terceros, tras el PSOE.
En resumen: No hay ningún motivo
para el optimismo y mucho me temo que nos aguardan unos cuantos años más con la
izquierda y el golpismo en el poder, empobreciéndonos y alterando cuantos
valores dan sentido a la vida. Habrá que hacerse a la idea de seguir en la
denuncia de cuanto huela a estercolero, que no es poco. Y que conste que jamás en mi vida he deseado más que me falle la intuición.
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