Sánchez el infantiloide.
Que Sánchez posee, además de una
malicia 5.0 (como pueden acreditarlo unos cuantos miembros del PSOE alejados de las listas electorales), un espíritu infantiloide tremendamente alejado de la
personalidad deseable para un presidente de Gobierno, también es una
característica que en él se repite y que a menudo ha puesto en evidencia, como
por ejemplo al acusar a Casado y Rivera de reducir la política al insulto y la
mentira, por lo que les ha exigido una disculpa. Dicho en lenguaje pueril (de
ahí lo de infantiloide), vendría a ser: “No ‘teajunto’ si no dices que mi dibujo
es más guay”.
Y es que hay que echarle narices a
quien pretende una disculpa de los líderes de otros partidos como si en el
propio todos fueran nenes buenecitos y no existieran los insultadores
profesionales desde Alfonso Guerra para acá —treinta años nos contemplan—,
pasando por los Pepiños, los Bermejos, los Rubalcabas… e incluso el propio ZP,
que fue el primero que calificó al PP, a sabiendas de que era falso, como “la derecha extrema”. Término que
reiteró e hizo reiterar a todos los suyos durante varios años.
Y, por supuesto, retornando al
pretencioso Sánchez, recordemos que describe a Ciudadanos como un partido sin
discurso que ha faltado a la regeneración democrática al ir junto a la
ultraderecha en la concentración de Colón. Eso sí, al PP lo ha venido llamando
de todo, desde que su líder Casado, con quien rompió relaciones cuando recibió
una somanta verbal en el Congreso, se limita a la crispación parlamentaria, donde
destaca por su acentuada “confrontación territorial” para evitar el diálogo con
los partidos catalanes o vascos. No hijo, no, en el caso más favorable para el
PSOE, digamos que los partidos principales llevan insultándose en un todos
contra todos desde la muerte de Franco.
En fin, parodiando al clásico, vale
más que Sánchez se ofenda por lo que él considera insultos, como cuando con
toda lógica se le llama felón y se le acusa de pactar con los catanazis. Sería
mucho peor para su ciclópeo ego que buena parte de la clase política lo ignorara y le manifestara su
desprecio, que es lo que se merece quien practica la propaganda basada en la
mentira y el derroche con dinero público.
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