Aun a riesgo de convertirme en un
troglodita, no creo que tarde mucho en abandonar mi atención a las llamadas
“redes sociales”. El disgusto continuado ante la lectura de tanta perversión
ideológica y, sobre todo, de tanta falsedad propagandística de la izquierda, no
me compensa en absoluto la irritación que recibo al leer ciertas páginas de
Internet. Y que no te dé por argumentar en contra de alguna de esas páginas,
porque en ese punto simplemente estás muerto: Primero te insultan con toda
clase de improperios, luego te amenazan y al final te bloquean.
De modo que para seguir tragando
quina, es decir, para contrastar mi opinión y de paso conocer qué se dice en el
bando de los “progresistas”, solo queda la opción de leerles de un modo
furtivo, sin escribir nunca tu parecer por más que lo desees, sin respirar
demasiado fuerte no sea que descubran que estás agazapado tras una IP
sospechosa y, espero que se me entienda, casi con una mano frente a los ojos y
un par de dedos algo separados para ver, entre barrotes, la pantalla de Internet
Pondré un ejemplo, en casa,
cuando a veces dudamos demasiado sobre qué canal de televisión vamos a ver, mi
mujer acaba pronunciando una de sus habituales frases cargadas de ingenio, y
además lo hace en un tono imperativo de lo más simpático: ¡Pon el “Canal Cabreo”! O sea, la Sexta. Pues
eso mismo es lo que tienen las redes antisociales y cabreantes, un 112% de Sexta
y un 0,2% de pasotas derechistas.
Para finalizar, ya que he citado
la televisión, confesaré que ahora me es casi imposible informarme por los
telediarios de cualquier cadena, salvo tal vez y según que días el informativo
de Antena3, lo cual demuestra a qué grado de locura perversa hemos llegado si
se considera que A3 y La Sexta pertenecen al mismo amo. Un amo de lo más
trilero y codicioso, por supuesto, adjetivos que se corresponden a menudo con esos
empresarios, de una vela a Dios y otra al diablo, cuya única ideología es el
beneficio caiga quien caiga. Y lo peor es que obran así a sabiendas del mal que
producen al conjunto de los españoles, cada vez más separados en esos dos
bandos que ellos mismos alientan.
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