Cuando se
utiliza el arreglo desaprensivo de algún asunto, es decir, mediante el uso del
chanchullo, la componenda o el pasteleo, entonces nos encontramos con un
verdadero enjuague. Respecto a unos diputados en prisión provisional como
consecuencia de estar siendo procesados por el más grande de los delitos
políticos, el intento de rebelión contra el Estado, el Tribunal Supremo acaba
de chafarle la guitarra a “Ricitos” Batet –tan de mirada displicente y tan lista
ella–, al devolver al Congreso la decisión de suspender a los golpistas al
haber usado un argumento inapelable: "la configuración constitucional del Tribunal Supremo hace inviable la elaboración del dictamen requerido".
Tal vez convendría
preguntarse, ¿será capaz la Batet de intentar lo mismo en el Tribunal Constitucional?
Y si le falla después de vete a saber cuánto, en el de Estrasburgo, y luego en La
Haya, para terminar, si acaso, en la Asamblea General de las Naciones Unidas o en la estación central de trenes de la capital de Burkina Faso, eso
sí, cuando los golpistas lleven ya varios años indultados. ¡Estos sociatas son
capaces de eso y de mucho más! No digamos nada de los podemitas, que ya han
anunciado su propuesta estrella para esta legislatura: Derogar la Ley de
amnistía del 77 a fin de procesar a cuanto franquista aún siga vivo. ¡Madre del
amor hermoso!
Ahora bien, si
se observa cual es la composición de la mesa del Congreso: tres miembros del
grupo socialista, dos podemitas, dos de Ciudadanos y dos del PP, la deducción
lógica es que deba producirse un verdadero chanchullo en dos tiempos. 1º Dar
largas todo lo que se pueda para no tomar la decisión hasta después de las
elecciones del 26 de mayo, no sea que los golpistas arrasen en plan de víctimas, una especialidad en la que tanta práctica farsante poseen.
2º Eternizar cuantas reuniones se consideren convenientes, como por ejemplo
debatir a lo bizantino, o sea, sobre el sexo de los ángeles, la propuesta de
Podemos a favor de los golpistas, en lugar de resolver con diligencia lo que no
puede estar más claro: suspender a unos elementos indeseables y despóticos que
en cualquier democracia normalita incluso hubieran sido inhabilitados para
presentarse en las listas.
El tema de fondo, a lo que parece, podría ser el de intentar ganar todo el tiempo que sea posible, incluso a riesgo
de que el Rey deba recibir a Oriol Junqueras (ERC) y Jordi Sánchez (JXCAT), con
tal de que a los golpistas les quede la impresión de que el presidente en
funciones, Pedro Sánchez, ha hecho todo lo que estaba en su mano para beneficiarles. De este modo, llegado el día de la investidura, si no votan
directamente a su favor (aún queda pendiente el indulto), al menos se abstendrán
y al Doctor Fraude le dejarán el campo libre para que se dé cuanto capricho
apetezca durante cuatro años.
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