Si uno quiere reflexionar sobre
el destino de su voto solo tiene dos opciones, para lo cual es preciso dar un
verdadero hachazo inicial y dividir a los partidos en dos grandes grupos: Malos
y Buenos, o lo que es lo mismo, propagandistas disfrazados de benefactores de
la sociedad –o del “derecho a decidir”, verdadera falacia cuando la “decisión”
no es democrática–, que supone la opción más nefasta y de inmediato debe
descartarse al completo, o bien escoger entre lo que se conoce como el “Trifachito”,
denominación que usa la izquierda sarmentosa para definir a sus enemigos mortales,
ya que para estos siniestros politicastros cualquiera que no sea de su cuerda
es un verdadero fascista.
De modo que en mi caso me inclinaría,
incluso a ciegas, por el “Trifachito”, un término que habrá que reivindicar con
orgullo tras comprobar que se usa a modo de insulto por quienes se avergüenzan
y tratan de ocultar, esta vez con razón, del mayor de los complejos ideológicos
y criminales de la historia política: el marxismo-leninismo-estalinismo. Y a
partir de ahí, del “Trifachito” –repitámoslo– se trata de escoger la papeleta
de una de las formaciones más conscientes de la realidad en que vivimos, o si
se quiere menos perjudiciales para el bolsillo, en el supuesto de que lo que
más le importe a uno sea la economía.
Pero también es posible adosarle
a la opción escogida, como si de un sabroso cóctel de licores se tratase, sus
buenas gotas de patriotismo español, alguna cucharadita de bálsamo de honradez política
–fijándose sobre todo en el dirigente que encabece nuestras preferencias– y cierto
aroma de valor para combatir al repugnante separatismo supremacista que corroe
nuestras regiones más díscolas, es decir, esa periferia española que aún no ha
conocido la democracia al haber pasado, sin transición alguna, de la dictablanda
franquista a la dictadura xenófoba, oportunista y malversadora. Así que usted
mismo, si reflexiona sobre el hachazo inicial advertirá que es una decisión menos
maniquea de lo que parece, puesto que en realidad lo que se busca es la
supervivencia: El bienestar de los ciudadanos y la continuidad de España.
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