Como le ha ocurrido
a todos los secretarios generales del PSOE, Sánchez tiene un problema de falta
de autoridad respecto al PSC, es decir, a ese socialismo charnego-catalán, dominado
por una Ejecutiva de burgueses, que habita esencialmente en los barrios
periféricos de Barcelona y en las ciudades que envuelven a la capital. Lamentablemente, no son más que unos dóciles charnegos –conviene recordarlo– tan despreciados por los que dicen ser
de raza superior (los catanazis o… catalazis
a lo Torra), que entre ellos no hay miembro del PSC que no viva acomplejado
y trate de mantener un equilibrio entre sumarse a la independencia ahora mismo,
mediante el falso “derecho a decidir”, o hacerlo dentro de 10 años, como
proponía Iceta. Se entiende que después de ese período puede haberse logrado
intensificar el adoctrinamiento hasta generalizar el delirio que ahora solo
poseen los catalazis.
Sí, diríase que Sánchez
siente temor a que, como hicieron años atrás, los del PSC traten de formar
grupo propio en las dos cámaras y acaben por discrepar en asuntos fundamentales, pongamos los presupuestos, lo que supondría que el gobierno socialista
acabase descoyuntado en poco más de un año. ¡No caerá esa breva! Por eso, al
haberle fallado la operación Iceta para el Senado, parece que no ha visto otra
forma de contentar a sus coleguillas del PSC que ofrecerles sendas presidencias,
Congreso y Senado, a los dos sociatas más antiespañoles que Sánchez ha
encontrado: Batet y Cruz, cuyos antecedentes lo demuestran. Así, mediante el
premio de haber alcanzado el sillón de la tercera y cuarta autoridad del Estado,
los dos nuevos cargos catalanes es posible que sirvan de muro de contención a
las veleidades separatistas de un socialismo catalán que nunca ha sido trigo
limpio.
La pregunta
sería: ¿Alguien cree que Batet y Cruz, conspiraciones aparte, poseen méritos propios
para ocupar semejantes cargos? Claro que tampoco veo yo a Pedro Sánchez muy “sobrao”
en cuanto a condiciones políticas. Eso sí, ha sabido rodearse de un Maquiavelo
de bolsillo, un tal Iván Redondo, que el día que abandone a su jefe actual no
me extrañaría nada que el PSOE acabase en el Grupo mixto.
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