Cuando Isabel
San Sebastián y Carmen Gurruchaga escribieron en el año 2000 su interesante
libro “El árbol y las nueces”, dándole un afortunado título que definía con
claridad al PNV como el más infame recolector de privilegios, tal vez no
llegaron a imaginar que hoy, después de 19 años, el partido del “tarao” Arana seguiría
en la misma línea, o peor, a fin de convertirse vocacionalmente, por los siglos
de los siglos, en la formación mafiosa más propensa a practicar el chantajismo
político y la extorsión. ¡Y lo que te rondaré, morena!
Ahora, cuando se
supone que el “brazo armado” de la ETA ha guardado en los cajones las “Parabellum”, las bombas lapas y el Titadine –o más bien ocultado en los zulos-, el PNV sigue chantajeando a cualquiera que
se le ponga por delante. Lo hizo a tope con el PSOE de Zapatero, a quien le
sacó beneficios penitenciarios para los presos etarras –De Juana Chaos, entre otros–
así como ventajas territoriales, al final de la era ZP, que apuntaban ya a la
cesión de Navarra, cuya primera consecuencia fue ese gobierno que ha dirigido la
nacionalista radical de Geroa Bai, Usue Barkos, jefa del brazo político de los peneuvistas-chantajistas
en una Comunidad Foral con escaso futuro para mantener su españolidad de seguir
a este ritmo de absorción hacia la gran Euskal Herria.
La taliboina Barkos,
conviene reflejarlo, ha impuesto durante cuatro años la peor política
lingüística posible en la educación y los organismos oficiales: la “euskaldización”
de la mayor parte del territorio navarro, incluidas numerosas comarcas del sur donde
jamás de los jamases han conocido el idioma vascongado, y menos el vasco
reciclado a un único idioma, llamado batua o unificado, puesto que se hablaba más
de media docena de variantes que en algunos casos ni entre ellos entendían.
También en la etapa
de Rajoy el PNV logró reducir en 1.400 millones a su favor un CUPO ya de por sí
muy reducido, llamado “Cuponazo” por Ciudadanos, sin contar que a Bolinaga,
casi al inicio de la llegada de Mariano, lo mandaron a practicar un circuito turístico
por las herriko tabernas. Si de la segunda legislatura de Rajoy hablamos,
llamada de la cobardía por muchos de sus votantes –de ahí el resultado de las
generales de abril 2019–, todo fue un mar de gangas a favor de los
nacionalistas vascos: Regalo de 3.380 millones destinados al tren de alta
velocidad, notable rebaja eléctrica para subvencionar a las empresas industriales
vascas, consolidación del aumento de las pensiones para unos jubilados vascos
que, de por sí, cobran casi el 50% más que el resto de los españoles. Etc.
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