Meritxell Batet nunca
ha merecido la confianza de la gente normal, puesto que ha demostrado ser una nacionalsocialista
que negó hasta tres veces la Constitución española, justo cuando en tales
ocasiones, en contra de su partido, votó a favor de un referéndum de
independencia en Cataluña. Así que no me extraña nada, cuando ahora es
presidenta del Congreso, que Batet se haya dado el gustazo de consentirle a Junqueras
que prometa la Constitución “hasta la
república catalana y como preso político”. ¡Madre del amor hermoso, qué
comienzo tan sectario ha tenido la ricitos Meritxell, una persona que se supone
es la representación máxima no ya del Congreso, sino de las Cortes españolas!
Reconozco que el
juramento tiene su miga, porque la república que desea angustiosamente Junqueras,
con perdón por la grosería, sin duda está saltando de huevo en huevo para no
nacer jamás tan ilegítima e insidiosa, ya que eso no sería ni de lejos una república democrática, sino una tiranía xenófoba. Nadie sensato la desea, y mucho menos dirigida por unos mamarrachos que han acumulado "méritos" suficientes como para pasar a diario de la trena al Supremo y viceversa.
En lo que
respecta a “preso político”, que es el título que este Junqueras se auto concede y
que cualquier persona corriente denominaría “sucio golpista”, digamos que también
parece que vaya para largo perder esa condición. A menos, claro está, que
cuando le ha dicho a Sánchez “tenemos que hablar”, se refería a una especie de “qué
hay de mi indulto”. A lo que Sánchez contestó: “No te preocupes”, una frase que
puede valer para todo y es perfectamente interpretable como: “Ve dándome tus votos
y cuando llegues a mil, como si fuesen solapas de Nescafé, me envías un aviso y quedamos para hablar, a ver si ganas un sueldo para toda la vida”.
Y para acabar de
arreglarlo, va Cum Fraude y afirma que “el PSC, en referencia a Batet y Cruz, siempre ha representado lo mejor
del socialismo”. ¡No es posible ser más farsante!
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