Como afirma el clásico, “el odio
es la venganza de un cobarde hasta que alcanza el poder, momento en que ese
odio se convierte a menudo en represalia y crimen”. La venganza caprichosa de
Pedro Sánchez, al insistir en la profanación de un cadáver alojado en su fosa
hace 44 años, Francisco Franco, hace que el clásico haya descrito casi a la
perfección el instinto vengativo del sujeto que deberá gobernarnos la próxima
legislatura. ¡Cuán largos serán esos cuatro años y cuántos cientos de reales
decretos propagandísticos hemos de padecer, tanto en nuestros bolsillos, sobre
todo, pero también en la autoestima de los que aún nos consideramos españoles!
He aquí una muestra del clásico
decretazo de represalia a cargo de Sánchez, practicado en el mayor de los
secretismos mientras todo el Consejo de Ministros permanecía en funciones. Decreto
del que nos hemos enterado cuando se ha visto en el BOE: Sánchez arrebata a la Corona el panteón de El Pardo para alojar el cadáver de Franco.
Aun cuando no es mi caso, ya que
siempre me he sentido muy distante de la obra de Franco, puesto que mi
ideología es liberal y aprecio la separación de poderes, a poder ser real y no
ficticia como ahora, la ética me obliga a opinar que el proyecto sanchista
supone toda una muestra de venganza mortificante para los familiares del
Caudillo e incluso para los muchos miles de españoles que aún mantienen cierta estima
por quien derrotó al brutal y sanguinario Frente Popular. A su muerte en el año
1975, a diferencia de los regímenes social-comunistas (pongamos el de
Venezuela), Franco dejó a una España mucho mejor de la que había recibido.
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