Félix Ovejero Lucas, articulista del diario El País y profesor de Economía de la Universidad de Barcelona |
Basándonos en la actualidad política o en el conocimiento que poseemos acerca
de determinadas etapas históricas, si se quiere a un nivel de simples
aficionados, lo normal es que en Batiburrillo insertemos artículos de elaboración
propia. Así lo hicimos durante ocho años en nuestra etapa anterior, a lo largo de 5.273 entradas, y la intención es
seguir en la misma línea. Ahora bien, muy de vez en cuando descubre uno en
Internet un artículo excepcional, que desenmascara el cáncer del nacionalismo y
se adapta como un guante a la filosofía política de quien se siente un patriota
español. Y también como en la etapa anterior, no es posible resistirse a
insertarlo aquí. No lo haré en su totalidad, porque el artículo es bastante
largo y no se trata de practicar el cuatrerismo por mucho que a uno le guste lo
que lee, si bien una parte de ese texto, más el enlace correspondiente al medio
que lo difunde, pasará a engrosar una nueva categoría: "Textos para
enmarcar".
El artículo en cuestión lo publicó El País, un diario bastante descarado respecto a su filia izquierdista y, en consecuencia, poco dado a la defensa de
la patria respetada que algunos anhelamos. Fue elaborado por Féliz Ovejero, colaborador
habitual del medio y profesor de Economía de la Universidad de Barcelona. Es
decir, se trata de un esmerado trabajo escrito a pie de obra y no precisamente por un
don nadie. En su primer párrafo indica lo siguiente, eso sí, con una frase inicial bien rotunda que roza la genialidad:
El tren catalán hacia la independencia
"La política catalana no abusa de la sensatez. Para
muestra, la de siempre. Según parece, estudiar también en la lengua común y
mayoritaria de los catalanes —y de buena parte de los inmigrantes— divide a la
ciudadanía. Según parece, no hace falta aprenderla en la escuela, porque es la
que normalmente usan los catalanes y se aprende en la calle, lo que de paso
demuestra, en una aportación impagable a la pedagogía universal, que todas las
escuelas del mundo deberían cerrar, o al menos, prescindir de la enseñanza en
la lengua de sus ciudadanos. Según parece, el bilingüismo, la docencia de unas
asignaturas en una lengua y otras en otra, con todos los alumnos juntos en
todas partes, rompe la cohesión y los invita al fratricidio. Según parece,
hacemos política con la lengua cuando criticamos la política lingüística —repito,
política— que regula la escuela, el comercio, las películas, el acceso al
trabajo y todo lo que puedan imaginar. Lo dice un nacionalismo que ha hecho de
la lengua el centro de su proyecto político".
El resto del artículo, casi admirable de principio a
fin, pueden degustarlo pinchando en este enlace al diario que lo aloja.
Lo digo y lo repito, hay que terminar con toda esta tonteria. Una sola lengua y una sola España, la castellana, por supuesto.
ResponderEliminarLas lenguas no son incompatibles entre sí, al contrario, y todas son utilísimos instrumentos de comunicación. Lo importante será en todo caso que ninguna lengua le sea impuesta a nadie.
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