Ha
tenido un servidor la idea –infundida, sin duda, por el mismísimo demonio– de
teclear en el buscador de Google “Guías de lenguaje no sexista”. Múltiples son
las publicaciones sobre el tema en cuestión que se pueden encontrar en internet
y reconozco haberlo pasado pipa leyendo alguna de ellas.
Ésta,
sin ir más lejos, editada por la Asociación Cultural Simone de Beauvoir y debidamente subvencionada por la
Concejalía de la Mujer del Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz me ha gustado una
barbaridad por la deliciosa agudeza con la que expone toda suerte de consejos
que, apropiadamente llevados a la práctica, conseguirán que incluso un machista
tan recalcitrante como quien esta entrada suscribe se reconvierta por ensalmo
en todo un adalid de la igualdad entre hombres y mujeres.
Gracias a esta guía estoy en disposición de anunciarles que está muy feo
decir “Los abogados de la defensa se acercan al estrado” en lugar de construcciones mucho más
modernas y afortunadas como, verbigracia, “Los abogados y abogadas de la
defensa se acercan al estrado” o “El equipo de la
defensa se acerca al estrado”. No menos grave sería decir “El Sr. Gómez y la Sra.
Lucía Jiménez”: guárdenos Dios de tamaño extravío que,
claramente, atenta contra la dignidad de la mujer y tengamos a bien decir “El
Sr. Gómez y la Sra. Jiménez”.
Nadie ose tampoco
escribir “Socios del club ciclista”: para marchar acorde con los tiempos
y no herir la sensibilidad de nadie es obligatorio escribir “Miembros del
club ciclista”, si bien yo creo que en esta ocasión las personas humanas
–este genial ejemplo de lenguaje no sexista es de cosecha propia– a cuyas
capacidades intelectuales cabe atribuir la autoría de la guía no sexista han
pecado por defecto y mejor sería escribir, en la línea Aído, “Miembras y
miembros del club ciclista”. Solución ésta por otra parte tan válida como
lícita: si en una guía sobre lenguaje pagada con dineros públicos se emplean
palabras como "visibilización" e “invisibilización”
que, por más que busquen, no encontrarán en el DRAE también Bibi y yo tenemos derecho a
inventarnos todas las palabras que nos dé la gana. En aras de la igualdad,
ocioso es aclararlo.
Me se ocurre sugerir lo que me se ha ocurrido: que, en vez de hablar de fondos públicos, hablemos de fondos públicos y fondas públicas. Me se ha ocurrido a mí solo, a naide más que a mí. Vamos, que a naide más que a mí en presona.
ResponderEliminarPues se me pase usted por el departamento de subvenciones, que bien merecida se la tiene usted (la subvención, digo).
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