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Sede de Mediapro en el Centre Audiovisual Imagina de Barcelona, ubicado en la Av. de la Diagonal. Imagen: Wikipedia. |
Prisa ha representado lo peor del felipato a lo
largo de la Transición y de la calamitosa etapa democrática protagonizada por
la izquierda, tan corrupta en lo material como en lo ideológico. También Prisa ha
supuesto, al menos inicialmente, el respaldo al lado oscuro del arbitrario régimen
zapaterino, al que catapultó al poder mediante unos “terroristas suicidas” y
otras falsedades —incubadas “casualmente” en el mismo avispero—, que se
propalaron siempre en forma de sucias consignas con las que en los momentos
clave, desde 2002 en adelante, no dejó de arengarse a la manifestación
callejera y en contra del período de reflexión que fija la ley.
Por eso Prisa, dicho a modo de resumen de apremio,
pasará a la historia de la infamia y de los medios de comunicación como la
madriguera de cuanta mentira periodística y fervor interesado —con el añadido
cínico de ciertas ínfulas éticas y libro de estilo— han narcotizado a España en
la presente generación y la han embadurnado de un izquierdismo de garrafa que
no soporta el más leve análisis histórico, intelectual o decoroso.