Decía
Aristóteles: “Hay la misma diferencia entre un sabio y un ignorante que entre
un hombre vivo y un cadáver”. Lo que ocurre es que es preciso vivir muchos
años, observando nuestro entorno con no poco espíritu crítico, y a poder ser distinguiendo
lo esencial de lo fugaz, la propaganda política y el adoctrinamiento ideológico de la vileza que conllevan. Quizá, solo quizá, así fuese posible que la sabiduría apenas le rozara a uno. No es el
caso de Mingote, nuestro sabio y acreditado humorista-poeta, cuya obra, de gran
viveza intelectual, demuestra que la sabiduría le impactó de lleno hace
muchos, muchos años.
Así, pues, no es
extrañar que el ABC de hoy llevé a su portada una de esas viñetas rotundas de Mingote, donde con cuatro
trazos de apariencia sencilla, pero sólo de apariencia, el maestro refleja con
una fidelidad casi insolente lo que esta ocurriendo en la España de Zapatero,
que ya ni es España ni es “na”. O por mejor decir, en la España de la
partitocracia, donde las hienas nacionalistas, que precisamente acusan a otros de hienas, merodean la presa mientras el
PSOE y el PP juegan a la indolencia.
Hay quien desea,
a estas alturas, que lo que deba ocurrir con nuestra patria suceda cuanto
antes. Así, agotados todos los arrebatos, traiciones y necedades, quizá podamos
iniciar la reconstrucción a partir de los cascotes que nos leguen cuantos políticos
radicales y codiciosos ahora mandan. España es una gran nación que ha costado
muchos siglos construir, tantos como penalidades y déspotas han debido soportar
nuestros antecesores. Luego la experiencia ante los infortunios, que no deja de
ser una forma de sabiduría, quizá se haya incorporado a nuestros genes y nos permita
mantenernos alejados de la fatalidad, único estado de ánimo que lleva a lo
irreparable.
Artículo revisado, insertado el 29 de octubre de 2008 en Batiburrillo de Red Liberal
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