viernes, 6 de noviembre de 2015

Subvenciones, yo te doy una cosa a ti y… (480)

La izquierda en general y el nacionalismo en particular han sido siempre partidarios del clientelismo. Cuantas más personas dependan de ellos, tanto mejor. Aseguran así, mediante la subvención periódica (que comprende el nepotismo, el amiguismo y el enchufismo), la fidelidad de unos votos que en otras circunstancias difícilmente les llegarían como consecuencia de la ineficacia que siempre han demostrado a la hora de la creación de riqueza. O lo que es lo mismo: "La izquierda es útil hasta que se le acaba el dinero de los demás".  

Cuanto huela a subvención me repele, ya que con muy pocas excepciones me parece el sistema más inmoral, por lo arbitrario, de calentarles el estómago a algunos vagos incondicionales o de favorecer a los listos, demasiado listos. En realidad, la subvención no deja de ser un trueque que sigue la estela del refrán conocido: El que regala bien vende si el que lo acepta lo entiende, o algo así. Cuanto más, si se considera que quien subvenciona, casi siempre una administración pública, y está claro que no lo hace con su propio dinero ni con el del partido que gobierna.

Sí creo, no obstante, en los donativos o en el mecenazgo entre particulares, porque cada uno puede hacer lo que le apetezca con su dinero y el patrocinio responde a menudo a causas filantrópicas y deseos de secundar la cultura o el arte. Siendo ambos, arte y cultura, la sal de una sociedad cada día más descarnada y echada en brazos de la apatía y la rutina, origen, a su vez, de esa televisión basura que ocupa la mayor parte del tiempo de nuestros conciudadanos, lo cual es una circunstancia que les viene de perlas, por cuanto ayuda al embrutecimiento de las masas y a que las fechorías políticas pasen desapercibidas, a esos cargos públicos de vileza contrastada que nos han tocado en suerte en estos días no de pan y circo, sino de pizza y culebrones; eso sí, con la variante juvenil del botellón o la exhibición de motocicletas practicando el caballito desbocado por las calles. ¡Penoso!


Viene a cuento todo lo anterior, como preámbulo para destacar que incluso entre las subvenciones hay toda una jerarquía de inmoralidad en sus envoltorios. Por ejemplo, días atrás hemos sabido que el 'Tripartit' catalán se dedica a repartir docenas de millones de euros anuales y los destina a las causas más peregrinas o inconfesables, como la producción de cine porno en lengua catalana —es evidente que los gemidos de placer en catalán suenan de distinto modo—, los 12 millones de euros anuales que esa misma entidad reserva para cierta prensa regional o los cientos de miles de euros que van consignados a cualquier actividad que utilice en sus informes la denominada “lengua propia”. Ya no hablemos de asociaciones de marcada actividad propagandística de la “Causa Nostra”, como Acció Cultural del País Valencià, Omnium Cultural y un largo etcétera. Ah, y que conste que a los sindicatos no me molesto en citarlos: siempre han sido carne de subvención.

De la semana pasada es la noticia referida a una serie de colegios franceses que han sido subvencionados por la Generalidad catalana para que se impartan las enseñanzas en catalán, colegios que habían recibido con anterioridad más de tres millones de euros. Como si en Francia no pudiesen escolarizar a sus infantes ni enseñarles adecuadamente. Pues bien, esa misma Generalidad catalana que malversa a espuertas el dinero de todos y lo destina a los caprichos más absurdos, como el pago de informes sobre cualquier tipo de aves, insectos o lentejas, ahora resulta que no dispone, por falta de presupuesto, del dinero suficiente para conceder 2.500 ayudas al alquiler. Así lo destaca el diario La Vanguardia en su edición de hoy. Un diario que no es capaz de contrastar esa noticia, al seguir siendo probablemente el más subvencionado de todos, frente a los derroches de sus propios subvencionadores, derroches omitidos a conciencia. ¡Penoso!

¡Ah, se me olvidaba! Y doblemente “bien invertido” el dinero que Carod-Rovira va gastándose en las embajadas de Catalunya  por el mundo. De momento Madrid —sí, sí, Madrid—, Berlín y Londres—, dentro de poco Nueva York y otras grandes ciudades. Total, apenas unos pocos cientos de millones de euros destinados a edificios suntuarios, a sacar pecho y a jugar a las nacioncitas. A la par, otros no pueden recibir una ayuda para el alquiler. ¡Hay que ser desahogado!

Artículo revisado, insertado el 19 de mayo de 2008 en Batiburrillo de Red Liberal


PD (5-11-2015): Ya podemos advertir que el derroche y la malversación de capitales públicos, junto a la arbitrariedad que suele acompañar a ese derroche, no es cosa de nuestros días, puesto que hace más de una década —y si se me apura más de tres— que el gobierno de Cataluña, siempre en manos nacionalistas, no ha cesado a la hora de gastar desaforadamente lo que no tiene, y siempre destinado a lo mismo: La cuestión 'identitaria'.  

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