Es conocido que
la degradación moral se originó en el felipato, al efecto recordemos la frase
del socialista Tierno Galván: "Madrileños, al loro, y el que no esté
'colocao' que se coloque". Pero esa degradación no fue corregida en la
medida necesaria —guste o no leerlo— durante la etapa de Aznar, un personaje eficaz
en aspectos como la lucha antiterrorista pero que prefirió dedicar la mayor
parte de su esfuerzo a la economía, donde realmente lo hizo bien, aunque desistió
de la verdadera reforma política, consistente en imbuir en la sociedad,
mediante la educación y las leyes adecuadas, una mayor integridad moral y ética,
el apego definitivo a una Justicia independiente —que Aznar no quiso liberar de
los partidos políticos—, así como el respeto absoluto a la vida y a nuestros mayores.
En frase del británico Charles Kingsley: “La única forma de regenerar el mundo
es que cada uno cumpla con el deber que le corresponda”.
La degradación
moral a la que nos está llevando el gobierno de ZP, ¡y en tan sólo cuatro años
y medio!, ha hecho que hasta los viejos chascarrillos se queden anticuados. De
modo que voy a ofrecerles un ejemplo de los años 90 y al final su versión
actualizada. En la primera parte de la década citada, cuando, tras una larga
etapa de gobierno del PSOE, el número de desempleados llegó a rozar los cuatro
millones, era frecuente que alguien explicase de este modo su situación y su propósito:
“Sí,
estoy en paro desde hace tiempo, vivo a costa de mi padre hasta que pueda
hacerlo a costa de mi hijo”.
Tal era la escasa
confianza, si se quiere caricaturizada, que muchos albergaban en aquella etapa
de socialismo incurable y corrupto —cuando no criminal—, capaz de expandir sus
tentáculos a todos los ámbitos de la vida española. Un socialismo que se
apresuró a degenerar la Justicia tan pronto como llegó al poder, lo que hizo mediante
la Ley Orgánica 6/1985, que ponía en manos de los políticos el nombramiento del
Consejo General del Poder Judicial. Así, una vez controlada la composición del CGPJ,
a los socialistas se les abrieron todas las vías de la fechoría política e
incluso, para algunos de ellos, la impunidad de sus crímenes, como sucedió en
el caso GAL.
Casi en paralelo,
los socialistas pervirtieron conscientemente la educación (LODE, 1985 y LOGSE,
1990), despojándola de cualquier idea de afán en el alumnado y cercenando la
autoridad del maestro, lo que les permitió crear toda una generación de
españoles muy poco instruidos y caracterizados, sobre todo, por su escaso
sentido de la responsabilidad, su nula estimación del esfuerzo y su indiferencia
hacia los valores que amalgaman a una nación, como puedan ser: la libertad
responsable (la antítesis del “todo vale” que comenzó en esa etapa y que ZP
convirtió en insignia política) y la excelencia académica y profesional. Y en
consecuencia con esa idea embrutecedora implantada a conciencia por el
socialismo, añado: Estoy convencido de que la inmensa mayoría de esos alumnos
LODE o LOGSE hoy vota PSOE, si es que un buen puñado de ellos no forma parte
directamente del partido o se halla en situación de liberado sindical de la
UGT, que es prácticamente lo mismo.
Pues bien, lo de
ahora es peor (año 2008), mucho más inmoral, porque a la profunda incultura
logsiana que atenaza a gran parte de la población, disminuyéndole su capacidad
para discernir, se suma la insensatez desplegada por el Gobierno de Zapatero, deseoso
de abrir viejas heridas de hace 70 años y partidario de un desprecio absoluto de
lo más valioso: la vida. Si se entresaca a uno de esos votantes del PSOE y se
le pide que actualice el chascarrillo de principio de los 90, alusivo a la
propia responsabilidad y a su relación con la familia, lo más probable es que, de
acuerdo con la educación recibida y las consignas que se le han ido inculcando,
nos encontrásemos con esto:
“Yo
sólo quiero saber de mi abuelo, muerto en el año 38 a mano de los fascistas y
enterrado no se sabe dónde; mi padre, al que odio, lo tengo hace tiempo en una
residencia y en cuanto pueda lo pongo en lista de espera para la eutanasia; de
mis hijos es imposible que os diga nada, no tengo ninguno y por lo tanto no me
interesa ese tema. Mi pareja va por su tercer aborto, ella no quiere hijos.
Cada vez que le hablo del asunto, me contesta lo mismo: ‘Nosotras parimos,
nosotras decidimos’. Y tiene razón, porque cada uno es dueño de su cuerpo”.
Eso sí, podría
asegurarse que nuestro personaje escribiría su respuesta con 32 faltas de
ortografía en cada línea y que además es un ecologista convencido, de los que
se preocupan obsesivamente por las cagaditas virtuales de los linces ibéricos
en las cercanías de Madrid o del número de ejemplares de la tortuga mora en
vete a saber dónde.
Artículo revisado, insertado el 1 de octubre de 2008 en Batiburrillo de Red Liberal
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.