En dos o tres centenares de
artículos, de los más de 1.500 que en Batiburrillo llevan mi firma, he asegurado
de muy distintas maneras y con ejemplos exhaustivos que el gran mal de la
política en España es el inmoral y farsante sistema de comunidades autónomas.
Farsante por cuanto los nacionalistas rompieron las reglas del juego casi desde
el inicio de la Transición y nunca se han contentado con nada, ni lo harán. Una postura
sobre la que los partidos nacionales han preferido adoptar, en una
especie de "tente mientras cobro", la estúpida política del avestruz.
Y es evidente que lo han hecho así por conveniencias electorales, a fin de no
cerrarse las puertas a posibles apoyos parlamentarios o coaliciones de
Gobierno.
Debe quedar claro que a los
nacionalistas tampoco les bastaría si se les concediera la independencia,
inmenso error por el que aboga un número creciente de españoles que se han
hartado de verse sometidos al continuo chantaje de los Ibarretxe, los Mas o los
Carod de turno. Digo que no les bastaría la independencia porque al instante
siguiente de lograrla estarían reclamando para sí unas cuantas comarcas o
regiones aledañas. Y conseguidas éstas, a por las siguientes y luego otras y
otras más. Incluso, en el mayor de los desahogos, he llegado a leer que los nazis
vascos exigirían en el acuerdo de independencia un cupo mínimo para sus
exportaciones a España.
La gran Euskal
Herría (que deberá absorber Navarra, Cantabria, Burgos, La Rioja y la mitad
norte de Aragón, inicialmente), la gran Cataluña (disfrazada de Països
Catalans, sobre los que hincará a fondo sus zarpas) y la gran Galicia (que
desean extender hasta los arrabales de Lisboa y si les dejaran ocuparían una
buena parte de Extremadura), son tres proyectos a cual más esquizofrénico cuyos
promotores no cesarán en el empeño a menos que acaben entre rejas. Lo cual
debería haber sucedido hace bastantes años si hubiésemos contado con una
democracia como Dios manda, de Justicia independiente, en lugar de con una
partitocracia compuesta por fulanos que buscan empleo vitalicio en la política.
Un nuevo acto de salvajismo
nacionalista, de esos que claman al Cielo como consecuencia del hachazo para la
libertad que supone el proyecto, ha venido a conocerse en estos días y nos ha
llegado de la mano del partido más demente y xenófobo de todos ellos, el PNV y
su acólito EA. El régimen nazi amparado en esos partidos, cuyo presidente del
gobierno es un tal Ibarretxe, personajillo que ha mal aprendido vasco en los
últimos años y que es incapaz de hablarlo si no es leyendo un papel previamente
ensayado, tiene ahora las santas narices de impulsar la desaparición en el
sistema educativo del principal idioma (con gran diferencia) en Vascongadas, el
español. A tal fin, una portavoz de Eusko Alkartasuna, pequeña formación
escindida en su día del PNV y aún más radical que éste en las cuestiones
nacionalistas, nos anuncia que a partir de 2009 dejará de usarse el castellano
como lengua vehicular en la enseñanza. Y algo sabrá esa portavoz, puesto que su
partido es responsable de la Consejería de Educación.
La noticia, leída en Libertad
Digital (jamás un medio periodístico usó tan apropiadamente el nombre ni fue
tan necesario), concluye con el siguiente párrafo: “Tan sólo un 12 por
ciento de los ciudadanos del País Vasco asegura utilizar más el vasco que el
castellano para comunicarse”. De donde se deduce que estos
liberticidas que mandan desde hace 30 años en Vascongadas tienen la intención
de joder (sí, joder) al 88 por cientos de las familias allí residentes, muchas
de las cuales es probable que acaben engrosando una nueva oleada emigrante y se
sumen a los más de 200.000 vascos que en su día precisaron abandonar su tierra
simplemente para seguir viviendo. ¡No es posible un gobierno regional más
indigno! ¡Igual de indigno sí, pero más no es posible!
Bien, pues ayer noche se planteó
el asunto en una tertulia de Intereconomía Televisión y el portavoz socialista
(recordemos que gobierna el PSOE), sin condenar en absoluto el proyecto ni
asegurar que se está estudiando tal o cual medida para evitarlo, se limitó a
decir que algo así no va a ocurrir porque para “entonces el lehendakari será
socialista”. Si acaso, habría que preguntarle a dicho portavoz, un tal Mújica,
de qué partido son los presidentes del gobierno catalán, el balear y el
gallego, regiones donde se viene haciendo exactamente lo mismo que quiere el
PNV o en las que llevan los proyectos muy avanzados. Y eso sin hablar de la
Comunidad Valenciana, en la que gobierna el PP y aunque más lentamente se
dirige por el mismo camino de liberticidio idiomático. Y por las mismas
razones, desde luego: la poltrona. Decididamente, en España hace falta una
regeneración democrática que mande a su casa a tanto sinvergüenza o esto
acabará a palos.
Artículo
revisado, insertado el 19 de junio de 2008 en Batiburrillo de Red Liberal
PD (7-11-2015):
Si bien en el País Vasco no se llegó a dar la situación lingüística denunciada,
ya que el portavoz socialista acertó en su pronóstico y las elecciones las ganó
Patxi López, a efectos educativos no ha dejado de acorralarse al idioma español
en determinadas regiones, tanto gobernadas por los nacionalistas como por otros
partidos. Luego no se trata de que haya desaparecido el acto de salvajismo lingüístico
que se denuncia, sino que con otro nivel de intensidad el arbitrario método se
ha extendido por más de media España. Valga de ejemplo ese delirio que supone
para Aragón, asimismo en el tema de la enseñanza, considerar idiomas
vehiculares el catalán y la "fabla". ¡Madre del amor hermoso!
ResponderEliminarNunca se dice que el idioma es la expresión de la mentalidad de un pueblo, por eso los idiomas, aunque sean minoritarios, persisten y sólo cuando un pueblo ha perdido su cultura y sus valores, desaparecen. Por tanto, el idioma no es sólo el hecho diferencial, es la forma de manipular las mentes para que la gente piense de determinada forma.
En Cataluña lo han conseguido excepto en aquellas familias que se sienten españolas y se niegan a hablar el idioma y por tanto esas familias tienen mentalidad española. El interés en obligar al idioma en Valencia, donde hay pueblos que nunca hablaron valenciano o en Baleares, no es más que la forma de madurar las mentes para aceptar los países catalanes. Lo mismo se ve en Galicia.
En ese sentido los vascos lo tienen más difícil, pues la gente habla en español y la introducción del eusquera, que no vascuence, se hace con dificultad. Pero por pedir que no quede.
Una vez cambiada la mentalidad y con un gobierno complaciente, la separación nominal es un hecho y no la separación efectiva porque entonces sería su ruina. Iríamos a la confederación de países ibéricos, en donde unos se los llevan y otros pagan. Pero lo fundamental es un gobierno adecuado.
Pacococo
La clave, como tú apuntas, es un Gobierno que intuya todo esto de la lengua, impida que al español lo arrinconen en ciertas comunidades y actúe con más presteza en los casos de sedición como el que ya se está dando en Cataluña.
EliminarLa clave, como tú apuntas, es un Gobierno que intuya todo esto de la lengua, impida que al español lo arrinconen en ciertas comunidades y actúe con más presteza en los casos de sedición como el que ya se está dando en Cataluña.
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