En tiempos del
Tripartito catalán (PSC-ERC-IV), con el visto bueno de ZP, un presidente
socialista cuya principal característica ideológica fue el "todo
vale", se dio la vuelta de tuerca definitiva para iniciar en 2008 una
deriva separatista que en la actualidad ha llevado al Gobierno catalán (en
funciones) al inicio de la sedición. De Esquerra Republicana de Cataluña, un
partido de comportamiento claramente nazi, podía esperarse lo de entonces y lo
de ahora, si bien del PSC y de los comunistas la cosa nunca ha estado tan
clara. De lo que se deduce que si la sedición se inició en 2008, ERC
engañó a sus socios de gobierno, a los que interpuso como parapeto
parlamentario porque carecía de fuerzas propias suficientes, como le ocurre
ahora. Veamos el artículo:
Cataluña hacia el suicidio
El Gobierno de
Cataluña —por llamar de algún modo a un grupo de déspotas que no me parece que
gobiernen en absoluto— ha vuelto a dar otra buena muestra de nepotismo, una
“cualidad” que, como todo el mundo sabe, constituye uno de los rasgos que
caracterizan a los totalitarios. Me refiero al nombramiento a dedo del hermano
de Josep Lluis Carod-Rovira, un tal Apel.les, como Delegado de la “Generalitat”
en París. O sea, una designación “a pelo”, valga el juego de palabras, efectuada
por el capitoste separatista y sin encomendarse a nadie de su partido —lo cual
era obligado en el caso de un alto cargo— ni informar previamente de tal
decisión en la orden del día del Consejo de gobierno de Cataluña. Es decir,
Roviretxe ocultó a sus colegas de Gabinete que había pactado con Montilla
enchollar al hermanísimo. La crónica del ABC adereza las circunstancias de ese
nombramiento con este piropo: “con premeditación y alevosía”.
Si a eso le
unimos la nueva ley de educación que estos anticatalanes en el poder hanaprobado recientemente, según la cual se fulmina toda posibilidad de enseñar en español, salvo primer
curso de primaria, al tiempo que se elimina la tercera hora de castellano y se
dejan las clases en dos horas semanales —que encima casi siempre suelen impartirse en
catalán—, no es difícil deducir que, pasito a pasito, se está llevando a
Cataluña —especialmente a sus habitantes— a la condición no de un “Principado”,
como erróneamente se ha venido denominando al territorio, sino de un auténtico
Cacicato, en el que los fulanos que ahora mangonean, o sus parientes, tienden a
perpetuarse en el poder y a ocupar cualquier espacio bien retribuido, como evidentemente
es esa Delegación de París, mientras al pueblo lo van asilvestrando por tierra,
mar y aire con el propósito de convertirlo en vasallo, que es la condición
mental a la que un ciudadano llega —en Cataluña muchos han llegado ya— cuando
cree que no es posible hacer nada para cambiar de política.
Sí, he llamado
anticatalanes a esos déspotas porque nadie que de verdad ame a Cataluña
desearía condenar a sus habitantes al ostracismo lingüístico con fines
autárquicos, dicho mediante una expresión bondadosa de lo que en realidad
supone la fechoría de despojar a esos habitantes de la principal herramienta de
comunicación que ha poseído Cataluña desde hace varios siglos, como es el
idioma español, y gracias al cual llegó a convertirse, con gran diferencia, en
la región más próspera y admirada de España.
Pero hoy ya no es así, al menos
para mí y algunos que conozco, puesto que no solo se sitúa en tercera o cuarta
posición entre las regiones más ricas, sino que se halla entre las últimas en
cuanto a la admiración que despierta. Y lo que es mucho peor: de seguir unos
cuantos años más en esta línea de aculturación, por no llamarlo directamente de
“paletismo” fanatizado, puesto que se están cerrando las puertas de sus
principales mercados comerciales, todo hace pensar que se dirigen a buen ritmo
hacia el suicidio económico. Luego de ahí, a ver emigrar en masa a los
catalanes en busca de trabajo, lo cual puede suceden en contadas décadas, solo
hay un paso.
Que un grupo de
antidemócratas, como es la endogámica clase política catalana, pretenda el
control indefinido, y en su exclusivo beneficio, de toda una sociedad que
rebasa los siete millones de personas, es algo que puedo llegar a entender; lo
que no entiendo, porque creo que conozco bien a los catalanes tras haber pasado
cuarenta años de mi vida entre ellos, es que no haya surgido ya un fuerte
espíritu de rebeldía frente a esa situación. ¡No, no lo comprendo! Se dirá que
en Cataluña, Partido Popular incluido, todos los políticos son iguales y van a
lo mismo. Pero si acaso eso es así en lo que se refiere a los partidos que
ahora existen. ¿Cómo es que no se han creado ya nuevos partidos que
verdaderamente les canten la caña a los corruptos y atraigan a sus filas a
miles de votantes? ¿Cómo es que Ciutadans, por ejemplo, haya sacado unos
resultados tan modestos (1) en las municipales? ¿Es posible que no haya remedio
mientras los catalanes mantengan cierto nivel de vida? ¿Hará falta, para que
perciban la opresión ideológica en la que viven, que previamente pasen por unas
décadas de miseria? ¿Será necesario que esos siete millones queden reducidos a
tres o cuatro y los demás emigren, como sucedió en varias regiones españolas
durante las décadas de los 60 y 70? Lo cierto es que ayuda bien poco, con su
mucha dejadez, un Gobierno de Expaña que a su vez mangonea Zapatero.
(1) Afortunadamente Ciutadans (Ciudadanos para el resto de España) lleva una trayectoria ascendente y a gran velocidad tanto en Cataluña como en el resto de España, lo cual reconforta bastante.
Artículo revisado, insertado el 30 de julio de 2008 en Batiburrillo de Red Liberal
ResponderEliminarNo voy a insistir, pero es lo que venimos diciendo desde hace mucho, todo el asunto se ha consentido o impulsado por el gobierno de turno, con el de ese que mencionas fue impulso total. Con este, se deja que hagan.
No acaba de convencerme ciudadanos, es demasiado europeísta en unos momentos en que hay que redefinir Europa. Luego tienen algunas cosillas para parecer de izquierdas y un partido que se pone parches para que no le llamen derechista los marxistas, supone no tener suficiente firmeza. Porque otros tal vez puedan hablar, pero los marxistas deberían estar muy callados.
Pacococo
En efecto, hace tiempo que venimos diciéndolo pero a mí no me importa insistir en que Cataluña se dirige hacia un precipicio. Me preocupa tanto lo que allí pase que si hay que ser un pesado avisando, se es un pesado. En cuanto a Ciudadanos, la verdad es que aún no tengo claro del todo qué debo opinar de ese partido. Creo que la opinión definitiva me llegará tan pronto sepa a quién respalda después de las generales y con qué condiciones.
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