En no pocas ocasiones se me ha
acusado de pepero incondicional. Reconozco que es cierto pero solo a medias, ya
que mi espíritu crítico me lleva a resaltar lo que considero que son unos
fallos muy destacados que, de corregirse, a buen seguro llevarían al PP a ser
el partido más valioso del arco parlamentario. Y esa corrección debe iniciarse en
la actitud de la persona que encabeza el partido, Mariano Rajoy, demasiado
quieto para mi gusto en multitud de cuestiones de gran trascendencia. En pocas
palabras, pepero sí, pero ni incondicional ni de Rajoy, salvo que acabe por
ponerse las pilas algún día, que lo dudo mucho porque a cierta edad ya no se
cambia.
Artículo (20-06-2008)
De todo lo que he visto hasta
ahora sobre el congreso del PP (año 2008), que considero de puro trámite y
propiciado así por gente poco democrática al no haberse mantenido ninguna
opción para disputar la presidencia del partido, tres son los detalles que más
me han llamado la atención: La presencia de Rodrigo Rato, sobre el que se
comentaba que no había sido invitado, lo cual se me antoja irrelevante puesto
que como ex ministro posee la condición de compromisario nato. La alabanza de
Ángel Acebes a María San Gil, igualmente irrelevante hacia alguien que se
marcha, pero digna de agradecer puesto que nada le obligaba a ello y, en tercer
lugar, el dato más significativo de todos: La actitud distante de José María
Aznar ante los que ya, por distintas razones, huelen a género caducado.
El PP de ahora no
es el de Fraga, que fundó un partido de garrafa y encima lo ubicó en un envase
con tope electoral. Ni Rajoy es el PP, que lo ha envilecido bastante, enseñado
la puerta a los liberales, y probablemente llevado al límite de la escisión, circunstancia
que se mantiene latente y a expensas de los siguientes resultados electorales.
Tampoco el PP es Gallardón, personaje soberbio y a la par plañidero, siempre
agazapado y que concita muchos más odios que amores a causa de su ostensible
codicia y su permanente coqueteo con la gente del grupo Prisa. Ni siquiera el
PP es Esperanza Aguirre, que ha logrado defraudar a una parte de sus seguidores
al mirar para otro lado en el bochornoso juicio contra Jiménez Losantos, del
que deberá recuperar su estimación si es que alguna vez quiere presidir el
partido.
No, ninguno de estos políticos
es el PP. Y mucho menos la recién aupada Cospedal, llegada al cargo casi a
regañadientes, con el deseo poco menos que exclusivo de salir en los
telediarios que no le concede la Televisión manchega, única opción para hacerse
algún día con el feudo de Barreda y alojarse allí durante algunos trienios en
la Presidencia. Sí, creo que Cospedal ha dado el salto como consecuencia de no
haber otro que desease adquirir ese compromiso en tándem con un Rajoy, ahora más
relajado sólo en apariencia, al que no obstante se le ve de lejos el código de
barras que incluye fecha de "ya es hora de que me vaya a casa". La
Cospedal se ha incorporado, además, a tiempo parcial, es decir, imponiéndole a
Rajoy su permanencia al frente del PP manchego, lo que da una idea de la
endeble confianza que tiene la señora respecto a la firmeza de su nuevo cargo.
Y es que a María Dolores le vale intentar el ascenso en el escalafón, pero ha
de evitar prenderle fuego a la nave castellana en la que ha desarrollando su más
bonancible travesía.
Quien sí es el PP, en el caso de
que una sola persona pudiese convertirse en el símbolo de todo un partido, es
José María Aznar, que se hizo cargo de la entonces Coalición Popular cuando la
formación no era alternativa de Gobierno. Un PP que reorganizó a conciencia con
la inestimable ayuda de Álvarez Cascos, superdotado como Secretario General y
luego como ministro de Fomento, y situó en cada demarcación al mejor que pudo
hallar, sin preocuparse en absoluto si alguno descollaba o no más que él mismo
en la actividad que fuese, que sería el caso de los aciertos económicos
atribuidos a Rato. Y así le fue a España durante ocho años, galopando a
zancadas al encuentro con los más grandes y acomodados. El de Aznar fue un
período en el que, con algunos errores importantes como por ejemplo el cese de
Vidal-Quadras, la política de nuestra nación iba ascendiendo sin pausa en la
valoración foránea y menguando, al mismo tiempo, entre los radicales
nacionalistas, que finalmente se echaron a la calle en compañía de dos amorales
políticos y crearon artificialmente el baldón que aún pesa sobre Aznar y, con
más motivo, acompleja a Rajoy, simple aunque meritorio alguacilillo que no
quiere bajarse de la nube.
Pues bien, ese Aznar que sí es
el PP ha irrumpido hoy en el congreso de Valencia, donde ha sido aclamado, y se
ha permitido el lujo de saludar fríamente a Rajoy, además de no darle la mano a
Fraga, decrépito garante de un Gallardón llamado a propinar codazos hasta el
infinito y al “apártate tú que me pongo yo”, es decir, mientras Fraga lo apoye
y a éste se le respete. Pero claro, el respeto hacia un vejete caprichoso como es
Fraga, que ha pretendido siempre tutelar al teórico líder del partido, no puede
ir en detrimento e ingratitud de quien ha realizado la obra más valiosa de los
populares: Aznar, único estadista de los presidentes de Gobierno que ha tenido
nuestra democracia. Aseguraría que Aznar cree que no falta demasiado para echar
por la borda toda su labor de años y supongo que por eso ha comenzado a fijar
su posición a la hora de saludar a algunos.
Artículo
revisado, insertado el 20 de junio de 2008 en Batiburrillo de Red Liberal
Ayer escribí dos comentarios a los dos artículos. Parece que se han perdido.
ResponderEliminarAznar, reconociendo que ha sido el mejor presidente, es una figura que se empequeñece conforme pasa el tiempo. Entiendo que consideres que fue un gran presidente, al fin y al cabo es cuestión de gustos.
Lo que no me vale es eso que dieces que no creyó que los separatistas llegaran a tanto. Cuando alguien está en un puesto como ese, al que nadie obligó a aceptar, eso no es excusa y debió preverlo.
Que sea el mejor presidente en estos 40 años, lo único que indica es la calidad de los otros. Con todo, creo que fue un saldo positivo.
Pacococo
Paco, muchas gracias por anotar. Los comentarios no se han perdido, los he dado de alta hace un momento. El problema es que debo mirar expresamente si hay comentarios pendientes de autorizar y a veces se me olvida. En ocasiones estoy tentado de dejar abiertos los comentarios para agilizar la entrada, lo que ocurre es que entonces se me inunda todo de basura, insultos y groserías. Espero que lo comprendas. Un saludo cordial.
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