Un partido
político tiene dos opciones esenciales de comportamiento: principios honorables
o poder a toda costa. Los socialistas españoles han buscado desde siempre el
segundo de los objetivos citados y, al mismo tiempo, han renunciado
expresamente al primero. Al efecto recordemos que la etapa de Zapatero se
caracterizó por un descarado "todo vale", es decir, la ausencia
absoluta de valores.
El PP de Rajoy está
ahora en esa misma búsqueda, de ahí que el jefe de los populares —a
extinguir— alardee de unos principios que no expone con claridad pero que él dice
que tiene; de ahí, igualmente, que ayer se viera cómo le secundaba la "Tabla
Redonda" casi en pleno, es decir, esos barones regionales poco interesados en un
jefe nacional de principios firmes y honestos, capaz de transmitirlos y
hacerlos cumplir por encima de los intereses autonómicos que ellos representan.
Porque los
principios, como el talante, pueden ser así o asao. Y en ocasiones “asiao”. Es
decir, alardeados de un modo y puestos a la práctica de otro, una técnica ausente
de valores típicamente izquierdista. De modo que cuanto más al centro se
acerque Rajoy, más en la línea de los principios siniestros y farsantes va a
encontrarse. Es evidente. Incluso puedo añadir que hay principios que incluyen
en el “pack” la metamorfosis, un hecho que se produce cuando en el manual de
instrucciones (página correspondiente a dos legislaturas en blanco) se dice:
“Pulse el botón M, de metamorphose
—siempre vienen en inglés—, para ir dándole a sus principios un aire más
progresista y engañabobos”.
“El presidente
del PP ha dicho que puede aceptar que alguien se sienta más capacitado que él
para presidir el partido, —¡hasta ahí podríamos llegar, que no lo aceptase!—,
pero añade que no va a tolerar que se pongan en tela de juicio sus principios y convicciones porque son los mismos que defendía antes de las elecciones
generales”. Veamos, de acuerdo con esos principios, no estaría de más
recordarle al muy susceptible Mariano (siempre intolerante con las críticas) un
hecho que ahora se comprende en toda su dimensión: Ha venido aceptando
estatutos de autonomía, como por ejemplo el de Andalucía, que supone una
desigualdad clara entre los españoles. Unos estatutos que, habiéndoles dado el
visto bueno el PP, algunos aceptamos a regañadientes en su día, sin haberlos
sometido a un análisis en profundidad, precisamente porque dábamos por hecho
que el PP era un partido de principios decorosos. Pero ahora puede comprobarse,
como el propio Zapatero se encargó de denunciar en uno de los debates —que la
deshonestidad no excluye la picardía—, que el estatuto andaluz contienen
artículos calcados a los del estatuto de Cataluña, llevado por el PP al
Constitucional.
¿Cómo debemos
llamar a algo así? ¡Flojera de principios!, sin duda alguna. O, si se quiere,
principios al dente y al gusto del consumidor, siempre que al cliente, caso
Arenas, nos convenga mantenerlo contento y con opciones para llegar a ganar un
siglo de estos en su cortijo. Y eso en lo que se refiere al trato que Rajoy
mantiene con esos barones del partido que poseen mando en plaza, que si nos
fijamos en otros líderes territoriales, caso de Feijoo, entonces se habla
claramente de mostrarle simpatía a los nacionalistas,
sin que desde la Dirección nacional surja un desmentido rotundo o un cese
fulminante. Y no sigo más, que me duele el pelo de señalarle las metamorfosis a
tanto “principiante” enmascarado. Así que, como apuntaba el clásico: “Si la
fuente nace turbia, no irán claros los arroyos”. Y eso seguirá siendo de tal
modo por mucho que se alardee de aguas cristalinas. Rajoy, toma nota: “Nadie
llegó a ser grande imitando al contrario”. Y menos a Zapatero.
Artículo
revisado, insertado el 1 de junio de 2008 en Batiburrillo de Red Liberal
PD (6-11-2015):
Unos años más tarde de elaborar el artículo, a causa de los enormes errores de
Zapatero, el Partido Popular alcanzó ciento y la madre de mayorías en
ayuntamientos, diputaciones, comunidades, Senado y Congreso, dando lugar a una
lujuriosa situación en la que no hizo falta pactar con nadie ni atenerse a unos
principios, Mariano lo ha controlado casi todo durante los últimos cuatro años.
Veremos qué ocurre después del 20-D, y sobre todo veremos en qué quedan unos
principios tan olvidados ante la necesidad de buscar un socio de gobierno o, al
menos, de apoyo parlamentario. Eso sí, de Pedro Sánchez ni me molesto en
profundizar en sus principios, simplemente no tiene y está dispuesto a lo que
sea con tal de alcanzar el poder, que es lo que se dice de la izquierda en el
primer párrafo de este artículo.
ResponderEliminarEs lo que toca. En la última entrada de Contando Estrelas, que está aquí al lado, he puesto dos comentarios al respecto.
Son los tiempos que corren, ahora toca el poder, nuestros descendientes, tras pasar un trauma enorme, volverán a los principios. Son los ciclos históricos.
Y en efecto, ni merece la pena analizar la actitud de D. Pedro, pues aparte que no tiene, no es más que un cadáver que se sacrifica o lo sacrifican por el bien de la casta.
Pacococ
En efecto, son los tiempos que corren y Pedro Sánchez tiene aspecto de cadáver político, sobre todo si queda detrás del PP y Ciudadanos.
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