Uno de los
políticos más sectarios dentro del mundo de la izquierda digamos… española,
título bastante difícil de alcanzar puesto que la materia prima abunda por
doquier entre los que practican tal ideología, es, sin duda alguna, Marcelino
Iglesias —o Marcel.lí, como se le conoce a causa de sus veleidades
nacional-catalanistas—. Pues bien,
resulta que al personaje no se le ocurre ahora otra cosa, de cara a la galería
en Aragón, que anteponer la mezquindad y el interés a su criptocatalanismo cada
vez más confeso. Dos posturas que, lógicamente, se dan de patadas si se
pretenden aunar. Me explico:
Aragón ha sido
desde siempre una comunidad al alcance de cualquiera de las dos formaciones políticas
mayoritarias. De hecho, tanto PP como PSOE han gobernado la región, si bien con
los votos de un tercer partido de extraña trayectoria, el PAR, que ha ido
pasando de la derecha hacia la izquierda en sus diversos congresos y ahora es,
sencillamente, nacionalista a secas. Es decir, la alternancia política de los
partidos en Aragón —algo siempre recomendable para cualquier territorio— estaba
poco menos que garantizada mediante dos tendencias hegemónicas, más un partido
bisagra, el PAR, y otros dos grupúsculos de chichinabo que no sé dónde catalogarlos,
salvo en el esperpento, y que atienden a los nombres de Chunta Aragonesista e
Izquierda Unida.
Un buen día del
año 1998, francamente venturoso para nuestro amigo Marcel.lí, con la
publicación del Libro Blanco del Agua se inició lo que pidiéramos denominar los
primeros pinitos para la realización del Plan Hidrológico Nacional, que por
supuesto comprendía el trasvase de agua excedentaria entre cuencas. Y con el
Ebro hemos “topao”, ¡mira por dónde!, porque Marcel.lí, iluminado ese día por
algún rayo cósmico, comenzó a frotarse las manos al comprender que negarle el
agua a los demás podía depararle un esplendoroso futuro político.
De modo que
comenzaron a alzarse las banderas del no al trasvase, a hermanarse con las que,
a su vez, izaban los nacionalistas catalanes y así se decantaron a favor de
Marcel.lí los votos indecisos, muchos de los cuales al grito de “el Ebro es
mío, que se pierda en el mar antes que darle una gota a nadie” —grito que
coincidía exactamente con el proferido por los nacionalistas en Cataluña— le
hicieron la jugada redonda a un socialista (¿?) de la Franja —dato a tener en
cuenta— que al no poder enarbolar la lengua o la raza como un hecho diferencial
en el que envolver sus ansias de poder y su aspiración a crear un régimen
chavista (del andaluz Chaves), decidió usar el agua como herramienta política.
Y comenzaron los
pasacalles y el tronar de dientes en “Zaragón” (el resto de la comunidad
reaccionó con apatía), a fin de paralizar —¡pásmense!— el trasvase de un río a unos pasos de su desembocadura, justo en un
tramo en el que el Ebro lleva ya casi 100 kilómetros fuera de las tierras
aragonesas y la lógica indica que nada debería poder alegarse al respecto. Sin
embargo, hay quien ha argumentado que, de realizarse el trasvase hacia el
Levante, supondría hipotecar una cuota de agua en detrimento de la que se
necesitaría en los campos aragoneses, en el supuesto de contar alguna vez con
las infraestructuras necesarias.
Y no es mal
argumento, no señor, especialmente si ahí acaba toda la objeción y se convierte
en un eslogan político destinado a los que sospechan que van a robarles lo suyo.
Bien, pues ese eslogan es simplemente falso, ya que el PHN lo primero que tuvo
en cuenta es la necesidad de agua en Aragón y el modo de embalsarla y
distribuirla por sus tierras. Para lo que se previó una serie de obras
costosísimas que determinarían que la Comunidad aragonesa fuese la principal
beneficiaria del PHN, con mucha diferencia.
En el año 2004
quedó paralizado el PHN mediante una buena bajada de pantalones de ZP ante
Carod Rovira, lo que a Marcel.lí le vino al pelo, y en el 2007 nuestro hombre
volvió a ganar las autonómicas en Aragón sin dejar de vivir de rentas del “No
al trasvase”. No importa si, entretanto, quedaba paralizado el resto de ese PHN
que tanto debía beneficiar a esas tierras aragonesas que ven pasar el Ebro
desde sus plantaciones de secano y cuyos agricultores se habían mostrado de
acuerdo con el proyecto de los populares. Y lo que es peor, en los últimos
cuatro años bien poco ha hecho Zapatero para remediarlo y en los siguientes,
como consecuencia de esa mayor financiación que reclama el Tripartito catalán y
que su nuevo estatuto avala, bien poco podrá hacerse respecto al secano de
Aragón, cuanto más si se considera que han llegado las vacas flacas. Eso sí,
secano cuando no se dan inundaciones que destrozan los sembrados, lo que suele
suceder al menos dos veces al año.
Pero hete aquí
que en las últimas semanas, para más inri, el gobierno de los zapaterinos
—especie vegetal de plantas rastreras que todo lo invade— ha resuelto un
trasvase del Ebro hacia Barcelona. ¡Cielos, que horror, nuestro gozo en un
pozo! A lo que Marcel.lí ha respondido de la siguiente manera: Primero ha
negado que fuese un trasvase, ya que sus asesores jurídicos así se lo indicaban
y podía chafársele la guitarra si esos mismos asesores hubiesen dicho algo
distinto. Para, casi de inmediato, vistas las precipitaciones de mayo y
considerando por su cuenta que el Área Metropolitana de Barcelona había resuelto
el problema, pasar a recurrir ante el Tribunal Constitucional ese trasvase que
no era un trasvase porque “ya no hay emergencia en Cataluña”. ¿Se puede poseer un espíritu más mezquino?
¿Se puede llegar a ignorar con tal desvergüenza que una nueva sequía puede
afectar reiteradamente a los catalanes, en los próximos años, y que el trasvase
es de lo más necesario?
De todo esto
saco una conclusión: Como consecuencia de la política socialista, y también en
no pocas ocasiones de los populares, España se ha situado en manos de unos
codiciosos politicastros regionales, de mente tan estrecha como resentida, que
carecen por completo del más mínimo sentido del Estado. En cualquier nación
civilizada, y ya comienzo a tener serias dudas de que España lo haya sido alguna
vez, lo más usual es que los políticos regionales usen el cargo como un paso
intermedio para alcanzar la verdadera cima política, que en nuestro caso es la
del servicio a la Nación española en su conjunto, es decir, el Gobierno de
España. No obstante, hace varios años que está sucediendo justo lo contrario y
cada politiquillo que llega al gobierno de una comunidad autónoma, con la
excusa que tenga a bien elegir —en este caso el agua—, arenga incesantemente a
sus paisanos con un único propósito: Crear la crispación y el enfrentamiento
conveniente entre los votantes para eternizarse en el poder regional, no
importa si para ello se perjudica sobremanera a otras regiones españolas e
incluso a la propia. Como miserablemente ha venido haciendo Marcel.lí.
Artículo revisado, insertado el 16 de mayo de 2008 en Batiburrillo de Red Liberal
PD: Transcurridos 7 años de unas decisiones políticas tan lamentables como las descritas, ni Aragón tiene solucionada la dualidad de su clima: sequía extrema-inundaciones, ni el Levante español cuenta con el agua que sus agricultores necesitan. Y todo esto ocurre como consecuencia de vivir en un país, España, donde sus regiones no cesas de pelearse entre sí con cualquier motivo, mientras que los políticos del Gobierno de España no acaban de interesarse en atender esos problemas.
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