Gracias a mi
amigo Elentir, que tiene la habilidad (en realidad lo suyo es un don) de encontrar buena
parte de esas noticias o imágenes que nos pasan desapercibidas a la mayoría,
sean buenas o malas, sean agradables o de lo más lamentable, pero siempre
útiles para deducir dónde vive uno y de qué pie cojean los demás, he podido detectar
una nueva prueba del porqué los nacional-separatistas reciben el 90 % de los
votos en Cataluña: Los votantes están sometidos al adoctrinamiento más inmoral,
por tierra, mar y aire, las 24 horas del día y los 365 días del año. Un
adoctrinamiento colectivo y de larguísima duración, quizá parodiado al máximo
en el filme la “Naranja mecánica” de Stanley Kubrick, que el socialista Iceta
candorosamente ha admitido en una cadena de radio que controlan los suyos.
Y claro, no hay
ser humano capaz de soportar a pie firme algo así, tan de continuo, sin que
acabe marchándose de Cataluña para conservar la integridad moral e incluso la
física, como podría ser el caso de Federico Jiménez Losantos y otros firmantes
del “Manifiesto de los 2.300”. La alternativa a votar con los pies (algún día se sabrá que esa opción ha
sido elegida en Cataluña por mucha más gente que en el País Vasco) es pasar a
un estado catatónico respecto a la política o la vida pública: de casa al
trabajo y del trabajo a casa, sin mezclarse en nada más e incluso sin llegar a
votar en las elecciones, especialmente las autonómicas. Es decir, el exilio
interior. Eso sí, no pocos optan por integrarse en el rebaño, dispuestos a nadar
a favor de corriente para lograr la bicoca y acaban balando como el primero. Lo
que finalmente da ese 90 % de voto nacionalista.
Lo del
adoctrinamiento es algo que todos conocíamos desde hace mucho tiempo.
Cualquiera que haya vivido en Cataluña durante largos años, como es mi caso, ha
podido experimentar no solamente la exaltación del nuevo régimen fascista que
Pujol inició incluso antes de la Transición, sino el enorme vacío al que te
sometían esos mismos adictos —o sus herederos— que pasaron a ocupar el poder en
el 78. Hablo de un vacío civil que inhabilita para la vida pública en Cataluña,
puesto que te administran con frecuencia el desprecio más intenso, cuando no el
insulto o la agresión, si muestras un mínimo de discrepancia con el régimen. De algo así podrían dar fe muchos cargos y militantes del Partido
Popular en Cataluña, entre otros.
Miquel Iceta,
portavoz del Partit Socialista de Catalunya, ha venido a confirmar lo que era
de dominio público, el adoctrinamiento. Y además lo ha hecho de un modo
ingenuo, casi con presunción de que los socialistas solo aspiren a crear
catalanistas, no nacionalistas ni independentistas. Estas fueron sus palabras:
“Nosotros necesitamos los medios públicos para fabricar catalanistas (¡!). Hay
gente que puede pensar que los medios públicos deben radicalizar a los que ya
son catalanistas, para convertirlos en nacionalistas o independentistas, y
algunos pensamos que eso es un objetivo legítimo (sic) que no compartimos, nosotros
quisiéramos que fuese catalanista la gente que no lo es” Adviértase que Iceta
no pretende “fabricar” ciudadanos libres o demócratas, eficientes o
responsables, o cultos o bien preparados… No, él habla de catalanistas, una
especie que no se sabe muy bien en qué consiste.
Ojo, cuando
Iceta habla del uso de los medios públicos para crear catalanistas, no se
refiere solamente a la prensa, la radio o la televisión controladas por la
Generalidad, como esa Catalunya Radio a la que realiza sus declaraciones y que
es un paradigma de desprecio diario vertido hacia todo lo español, sino a
cualquier medio que el gobierno catalán subvencione o coaccione, que son casi todos,
y por lo tanto controle. Es más, Iceta tampoco se refiere exclusivamente a los medios
informativos, ni mucho menos, puesto que los medios educativos, desde la
guardería hasta el postgrado universitario, son los que en realidad, durante más de 35 años, han machacado a la población en unas ideas entre catalanistas y
separatistas, pero siempre nacionalistas, siempre a favor del régimen pujoliano,
aún existente y con gran arraigo, o del nacionalsocialismo de ahora.
Y que conste,
por duro que parezca, que de semejante nivel de aleccionamiento, detectable si
acaso en las dictaduras más férreas y al que algunos directamente consideran que es amaestrar a la población, no es posible salir sin que medie cierto período de violencia.
No se trata aquí de una dictadura personal de este o aquel general, y que una
vez fallecido todo el mundo confiesa su amor de siempre a la democracia. No,
nos encontramos ante lo que algunos historiadores denominan el “dictat” de la Nomenclatura,
es decir, el poder asfixiante de unos pocos que se van sucediendo y conservan
las mismas ideas opresivas. Así ocurrió durante más de medio siglo en Rusia,
hasta que la miseria le hizo ver la realidad a uno de sus pocos dirigentes
lúcidos, y así permanece el régimen marxista chino, más espabilado a la hora de
enseñarnos la riqueza que va creando y sobre todo de ocultarnos la enorme desigualdad que
también existe en ese tiránico imperio de Oriente.
¿Deberán los
catalanes llegar a la miseria soviética de los años 70 y 80 para atreverse a
reaccionar? ¿Tendrán sus políticos, por el contrario, que crear la enorme
desigualdad existente en China para que a la población le dé por meditar el destino de su voto? Sea como sea, puesto que aún es mucho el
bienestar que conservan, es difícil que antes de una o dos generaciones los
catalanes adviertan de verdad dónde se han metido.
Artículo revisado, insertado el 14 de agosto de 2008 en Batiburrillo de Red Liberal
PD (15-11-2015): Poco o nada ha cambiado en el terreno del adoctrinamiento desde que escribí el artículo, al contrario, en este intervalo de siete años, el gobierno de Artur Mas ha desobedecido diversas sentencias del Tribunal Supremo y del TSJC relacionadas con la educación. Se trata de un desacato a los tribunales competentes que no soy capaz de explicarme cómo es posible que no hayan finalizado en una sanción ejemplar.
No los han sancionado porque el gobierno, el que sea, es cómplice necesario, cuando nos convenzamos de eso, se acabará el nazionalismo.
ResponderEliminarPacococo
Aquí voy a diferir un poco. En las próximas elecciones, tanto el PP como el PSOE (partidos mayoritarios hasta la fecha) tendrán la posibilidad de pactar con Ciudadanos o con Podemos y otros partidillos, según sea el resultado de unos y otros. Pero durante varias legislaturas el partido vas votado no ha contado con mayoría suficiente y ha tenido que recurrir a unos nacionalistas que iban disfrazados de moderados. Podrá alegarse que la culpa es no haber pactado entre el PP y el PSOE una reforma de la ley electoral que incorporara la segunda vuelta para decidir a quien le correspondía el gobierno. Cierto, la culpa es de esos dos partidos, porque hacen falta los dos para conseguir el número de votos necesarios en el Congreso, pero si se me apura la culpa es de los socialistas, puesto que siempre han alardeado de que ellos podían pactar con todo el mundo y el PP con nadie.
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