Siempre se ha
dicho que Esquerra es un partido fiable porque en ningún momento sus dirigentes
han ocultado la intención de segregar a Cataluña de España y de hacer todo lo
posible para incorporar más tarde las regiones que ellos denominan Els Països
Catalans, es decir, la Comunidad Valenciana, las Baleares, el sureste de
Francia, una parte de Aragón, a la que denominan Franja de Ponent, y el
altiplano de la Región de Murcia, que comprende los municipios de Yecla, Jumilla
y algún otro que ahora no recuerdo.
Para lograr algo
así, ERC se ha ido fijando la estrategia de “tocar” poder, que equivale a
manejar presupuesto, incorporándose siempre que ha podido a los ayuntamientos,
con o sin pacto de por medio, y aliándose con el PSC en el gobierno de la
Generalidad catalana. Una vez dentro de las instituciones, su política ha
consistido en catalanizar todo lo que tuviese a mano, preferentemente en
detrimento de cualquier idea de España o del idioma común, el castellano. Digamos
que el sistema de Esquerra es similar al de la carcoma, que se adentra en un
cuerpo para roerlo, nutrirse hasta saciarse y acabar con él.
Otra característica de Esquerra es destinar buena parte del dinero público que maneja a subvencionar la expansión de sus ideas, entre las que destaca el reforzamiento de un sentimiento común hacia la Gran Cataluña, lo que redunda en un flujo incesante de dinero a cargo del gobierno del Tripartito, surgido de las consejerías que controla la facción republicana, con destino a las numerosas asociaciones pancatalanistas que se van creando en los citados Països Catalans. Al mismo tiempo, lo que la gente de Esquerra jamás consentirá es que se retroceda un solo paso en lo ya conseguido por la gente de CiU. O sea, no debe menguar en absoluto la radicalidad nacionalista imperante. Veamos un ejemplo:
Otra característica de Esquerra es destinar buena parte del dinero público que maneja a subvencionar la expansión de sus ideas, entre las que destaca el reforzamiento de un sentimiento común hacia la Gran Cataluña, lo que redunda en un flujo incesante de dinero a cargo del gobierno del Tripartito, surgido de las consejerías que controla la facción republicana, con destino a las numerosas asociaciones pancatalanistas que se van creando en los citados Països Catalans. Al mismo tiempo, lo que la gente de Esquerra jamás consentirá es que se retroceda un solo paso en lo ya conseguido por la gente de CiU. O sea, no debe menguar en absoluto la radicalidad nacionalista imperante. Veamos un ejemplo:
“Dirigentes de
ERC recogen firmas contra los socialistas catalanes ‘por su intento de
españolizar TV3’”. El titular lo ofrece El Confidencial y alude a unos cuantos
miembros de Esquerra, entre ellos el diputado Joan Puig, que están dispuestos a
mantener TV3 y Catalunya Radio como lo que siempre ha sido: El sanctasantórum
de donde surgen las consignas destinadas al lavado de cerebro para adoctrinar a
la población en la idea del nacional-separatismo. Lo más curioso del caso es
que una parte de la propia Esquerra, la más cercana al poder y por lo tanto apegada
al cargo, no tiene clara esa recogida de firmas, ya que puede dar lugar a la
ruptura del Tripartito y a la convocatoria de nuevas elecciones, con el grave
riesgo que ello comporta para una formación a la que cada día se le ve más la
daga oculta detrás de la espalda. Circunstancia ésta, la faceta insidiosa, que
arroja por la borda cualquier sinceridad de la que intenten presumir los
republicanos.
Así, pues,
Esquerra sí es fiable respecto a sus objetivos confesos, pero la lealtad a las
formaciones con las que pacta o el talante democrático frente a sus rivales no
son cualidades que puedan serles atribuidas. Esquerra, como he dicho, se
comporta pérfidamente en cualquier institución donde logra apoyar su pie y,
entre traición y traición a sus aliados circunstanciales, no deja de enviar
“escamots” para impedir que otros expongan libremente sus ideas. Tratando siempre
de coartar la libertad de expresión, en busca de la propia impunidad, de
cuantos pretenden denunciar el cáncer que representa ERC para Cataluña.
Cuando se inicie
la campaña de las próximas generales no tardaremos en ver unas cuantas muestras
de ese comportamiento totalitario. Y un partido así, nazi por los cuatros
costados y sumamente alejado de toda ética democrática, a mi juicio no debería
ser legal. No por lo que opinen, evidentemente, sino por el desprecio
manifiesto de las leyes que cabe atribuirles en muchas de sus numerosas actuaciones,
todas encaminadas al mismo fin: la ruptura del Estado. Y algo así en cualquier
democracia que se precie sería una razón más que suficiente para ilegalizar a ese
partido.
¿Y quién lo permite?
ResponderEliminarPorque con estos planteamientos, al menos se va contra unas cuantas leyes y si dedican fondos, públicos, naturalmente, a la expansión de sus ideas eso también es perseguible.
Nadie los persigue, luego el culpable es el que mira para otro lado.
Pacococo
Esa es la clave, que lo han ido permitiendo todos los gobiernos de España, ¡todos!
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