La quinta
columna marxista en los países democráticos, especialmente en los de Europa
occidental y Norteamérica, ha sido siempre de lo más activa. En España, su
representación genuina podríamos atribuírsela a la Brigadas Internacionales,
financiadas generosamente por la Komintern, es decir, directamente por Stalin,
y cuyos componentes eran todos comunistas acreditados. Hubo gente de buena fe,
sin duda alguna, pero también hubo mucho canalla suelto, con instinto asesino,
que se incorporó a esas brigadas en el intento de saciar su sed de violencia o
su radicalidad.
Luego vino la
Guerra Fría, que duró hasta la caída del muro de Berlín, y entonces una serie
de intelectuales marxistas se posicionaron en el interior de las democracias
europeas a favor de la URSS, un imperio de instinto expansionista, de nulo
espíritu democrático e inexistente respeto tanto por la vida humana como por la
libertad del individuo. Pero los intelectuales marxistas del mundo occidental,
a modo de una nueva quinta columna, persistieron en su propagandístico apoyo.
¿A qué obedeció esa actitud tan poco intelectual, tan sinsentido con lo que se
sabía ya de la atroz dictadura soviética? ¿A qué obedece que hoy, con lo que se
conoce de Cuba, Venezuela y otros paraísos socialistas, por ejemplo, sean tan
defendidos esos regímenes tiránicos e incluso la isla-cárcel figure en los
libros de Educación para la Ciudadanía como un modelo a imitar?
Si se tuviera
que simplificar una respuesta, la mía sería esta: A una mezcla de esnobismo que
siempre juega a la contra del poder establecido en el país donde uno reside, lo
que supone una mera pose de rebelde. Y también obedece al deseo, ciertamente
humano, de ganarse el sustento diario. Porque la condición de paniaguado
usualmente va aparejada al intelectual marxista. No digamos nada si ese
“intelectual”, incluso si no da la talla erudita necesaria, maneja un medio periodístico —nunca mejor utilizado el
término manejar—, en cuyo caso pondrá todo su “saber”, que a veces no es
despreciable respecto al manoseo de las medias verdades, al servicio de su
fuente alimenticia. Tal es el caso de El Plural, un medio
dedicado en cuerpo y alma a ensalzar el poder zapaterino y dispuesto siempre a saltar
al cuello de la yugular opositora, que en el momento de escribir estas líneas
es el PP. Un medio que al sujeto que lo maneja, simplemente da asco oírle
hablar y destilar tanto aborrecimiento.
Pues bien,
retornando a la quinta columna marxista del inicio, quiero destacar hoy una noticia de Soitu,
según la cual “Un grupo de 90 líderes académicos de todo Estados Unidos pidió
hoy a Washington que divulgue los nombres de los grupos opositores que financia
en Bolivia y que además condene la violencia de la oposición en ese país”.
Naturalmente, esos mismos líderes académicos no son capaces de aludir a la
centuplicada financiación que el petrocorrupto Chávez ha destinado a media
docena de países de la zona, comenzando por Bolivia, ni a la violencia o
coacción que los populistas —neologismo de estalinista— sudamericanos utilizan
para mantenerse en el poder.
Mala cosa es que
los quintacolumnistas marxistas comiencen de nuevo a ganarnos a los demócratas
lo que podríamos denominar la “Guerra Inacabable”, la de la propaganda. Me
pregunto quién les pagará esta vez a los paniaguados líderes académicos, ¿o lo
de estos listos es un puro esnobismo al que, además, le han puesto el cartel de
“Se vende”? Que es exactamente a lo que se dedicó Sopena hasta que logró que le
financiasen su panfleto. Lean, lean el artículo sobre Enric:
Artículo
revisado, insertado el 21 de septiembre de 2008 en Batiburrillo de Red Liberal
20040816 ¡Enric, Enric!
Quienes me hayan
leído con alguna frecuencia no desconocen que hay un diario que para mí cumple
todos los requisitos de la prensa basura y vomitiva. Sí, lo han adivinado, me
refiero al Periódico de Catalunya, paradigma de rotativo que el pueblo catalán
no se merece ni de lejos y que incomprensiblemente es leído con verdadera
devoción, como si de una comunión mística se tratase, por los obnubilados
discípulos de la Progresía
catalana, que es esa religión dualista de nuestro tiempo cuyo credo se
empeña en dividir el mundo en buenos y malos. Donde el papel de malos
corresponde en exclusiva a los partidarios del PP, y deben ser condenados al
infierno de las vejaciones, y los buenos son todos los demás, incluidos los
aprendices de terroristas que vuelven a practicar la kale borroka, convertidos
por el anodino número dos de Interior en muchachos que usan “una forma muy
desagradable de divertirse”.
En estos días
olímpicos, si se concedieran distinciones a las publicaciones fogosas,
sectarias y recalcitrantes (todo un triatlón de indignidades), El Periódico de
Catalunya contaría con indudables méritos para hacerse con la medalla de oro.
Pero no con una medalla de oro de esas que cuanto más grandes son menos baño
aurífero contienen y de las que se sabe que sus interiores, como mucho, son de
estaño o cinc, sino con una medalla maciza, aleada de oro puro y platino, con
un altorrelieve en su centro que indicase claramente la valía cum laude
a la estulticia partidista. Más alto, más fuerte, más lejos, en ellos se
convierte en más patente, más adicto, más efusivo... de la inmoralidad dañina
que representa a veces la letra impresa con odio.
Hoy, en EP,
aparece en primera página de su edición digital lo que ellos denominan “El
artículo del día”, que con frecuencia suele ser o un dorarle la píldora al
inquilino del Palau (Pascual
Maragall en estos días) o un libelo infamatorio contra el PP o contra
José María Aznar, a quien no cesan de intentar convertir en un asesino en serie
o pretenden culpar de todos los males de este mundo. El libelo de hoy, como
digo, lleva la firma de Enric Sopena y nos explica que: “Sería un dislate que la comisión de
investigación del 11-M se cerrara en falso y eludiera toda censura al
comportamiento del PP en aras de un futuro pacto contra el terrorismo islamista”.
De entrada debería aclararse que este
muchachote Enric, a quien su apellido le hace bastante justicia puesto que da
más pena que otra cosa (y supone algo así como llamarle so burro), no debió
acudir todos los días al cursillo de formación para plumíferos sectarios y
exaltados, y por lo tanto ignora, de acuerdo con las directrices de los
cabecillas del PSOE, que no existe el terrorismo islamista, sino el “terrorismo
internacional”. Escuchen ustedes a ZP o a su tamagochi Robot al-Kaba y
comprobarán como Enric, por la jeta, se fumó la clase el día que explicaban lo
del islam que aterroriza. ¡Enric, Enric, mira que no te va a valer de nada ser
un chusquero de la demagogia partidista y haber dirigido durante tantos años
TVE en Cataluña o COM Radio! ¡Enric, Enric, mira que tus llamadas a Radio
Nacional, en busca del pesebre, quizá no sean atendidas pasado el verano,
cuando se reanuden las tertulias que tan buenos diezmos reparten entre sus
participantes!
Al margen de la anécdota chapucera que
comenta Sopena, hay un fondo no menos chapucero e inicuo en su artículo que
cataloga de dislate el hecho de que la Comisión se cierre sin censura al PP.
¡Así me gusta Enric, ese día no solo fuiste a clase sino que además estuviste
bien atento a la lección! De modo que compruebo con agrado que asimilaste de
coña una de las consignas de cabecera ordenadas por la Secta: “Hay que
culpar sistemáticamente y machacar a la víctima para que el pueblo no adquiera
conciencia de nuestras maniobras subterráneas”. Y tú, Enric, estás en esa línea
de machacar y además lo haces muy bien, con mérito y tenacidad sobrada.
Cualquier persona decente e informada sabe que el Gobierno popular no mintió el
11-M, como se ha demostrado en la Comisión. Pero tú, Enric, no sólo indicas
todo lo contrario en ese manojo de falsedades que has escrito sino que
demuestras tu valía al insistir en censurar el comportamiento del PP. ¡Bien por
ti, Enric! ¡Qué narices, que no se vayan de rositas estos populares tan
malvados! ¡Al cuello con ellos! ¿No, Enric?
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