lunes, 30 de noviembre de 2015

Medios de comunicación: En su momento salimos del fuego para caer directamente en las brasas, donde seguimos (508)

Sede de Mediapro en el Centre Audiovisual Imagina de Barcelona, ubicado en la Av. de la Diagonal. Imagen: Wikipedia.

Prisa ha representado lo peor del felipato a lo largo de la Transición y de la calamitosa etapa democrática protagonizada por la izquierda, tan corrupta en lo material como en lo ideológico. También Prisa ha supuesto, al menos inicialmente, el respaldo al lado oscuro del arbitrario régimen zapaterino, al que catapultó al poder mediante unos “terroristas suicidas” y otras falsedades —incubadas “casualmente” en el mismo avispero—, que se propalaron siempre en forma de sucias consignas con las que en los momentos clave, desde 2002 en adelante, no dejó de arengarse a la manifestación callejera y en contra del período de reflexión que fija la ley.

Por eso Prisa, dicho a modo de resumen de apremio, pasará a la historia de la infamia y de los medios de comunicación como la madriguera de cuanta mentira periodística y fervor interesado —con el añadido cínico de ciertas ínfulas éticas y libro de estilo— han narcotizado a España en la presente generación y la han embadurnado de un izquierdismo de garrafa que no soporta el más leve análisis histórico, intelectual o decoroso.


Ahora Prisa parece tener los días contados al haber pretendido cobrarse a un precio excesivo, de extrema codicia, los favores al poder social-zapaterino —no confundir con el socialismo occidental—, menospreciando de paso a quien le daba la sensación de niño desvalido y que ha venido a ser el más implacablemente radical de nuestros gobernantes. El precio se fijó en dictarle a Bambi, usualmente a través de los editoriales de El País y de los conchabeos en la residencia del “Grande Padrone”, lo que debía hacer el Gobierno en cada momento. Y así ocurrió hasta mediados de la anterior legislatura de Zapatero (2004-2008), cuando se vio que el beneficiario de las proclamas radiofónicas y las columnas de opinión, siempre laudatorias a la par que amenazantes, tomaba su propio camino y se echaba en brazos de...

Pero en los tres último años, muy especialmente a partir del fallecimiento del capo Polanko, la situación prisaica ha sido todo un engordar (la deuda) para morir. Y en estos momentos, a menos que logre renovar por cuarta o quinta vez un crédito en parte internacional, tres mil millonario en euros, los bancos tocarán a rebato y Prisa será troceada y luego vendida al mejor postor, lo que podría ser la mejor noticia de las tres últimas décadas para la democracia si no fuese porque los de Janli, que sigue independiente de la mañana porque lo suyo más bien es lo lóbrego de la noche, ya tienen un fornido relevo, aún más radical y con menos escrúpulos: Mediapro.

El ultra sectario Jaume Roures, mandamás y amo de un 33% de la Sexta, que es el canal de televisión regalado por Zapatero a su grupo de amigachos ideológicos —recordemos que el aún presidente se calificó a sí mismo como “rojo”—, se despachó a gusto en una entrevista publicada el pasado fin de semana (29 de marzo de 2009) en el diario El Mundo, un periódico que no es de extrañar le haya abierto las puertas si se considera que, a su vez, Pedrojota es enemigo irreconciliable de los de Prisa. Y claro, el enemigo de mi enemigo es un buen amigo.

Entre otras perlas que acreditan la radicalidad de Roures y su falta de empacho a la hora de mentir —felicidades por esa lección de ética, Pedrojota—, el amo de MediaPro planteó la siguiente pregunta referida a España (palabra que en realidad no llegó a usar en toda la entrevista): ¿Qué país de Europa tiene 150.000 desaparecidos enterrados?” —o arrojados a ciertos pozos, como veremos—. Y acto seguido, el mismo Roures se contestó: Éste”. A lo que luego añadió: “Se habla mucho de las víctimas del terrorismo de ETA, pero no de las del terrorismo de Fraga Iribarne o el señor Martín Villa, presidente de Sogecable".

Recordemos, al efecto, que Roures lleva varios años manipulando frenéticamente a los ciudadanos, siempre a favor de la izquierda radical y de ese “todo vale” que caracteriza la inmoral política de Zapatero. Lo hace desde el corpulento grupo MediaPro, que comprende 34 empresas dedicadas al cine, la televisión, la distribución y la propaganda —digo bien, propaganda, ya que la publicidad es algo muy distinto—. Empresas con sedes en Gerona, Madrid, Sevilla, Lisboa, Ámsterdam, Miami y Qatar, cuyas plantillas de personal superan de largo los 3.000 empleados y se distribuyen por varios países europeos, donde además ha buscado asociarse con otras empresas de parecidos intereses comerciales, como la británica WPP.

Nadie sabe, si bien más de uno no deja de sospecharlo, de dónde ha podido salir el enorme capitalazo necesario para crear semejante imperio mediático en tan pocos años, imperio que incluso ha sido capaz de enfrentarse directamente a Prisa en la guerra del fútbol y dejarla KO, poco menos que al borde de la quiebra. Al respecto quizá bastaría destacar que MediaPro adquirió los derechos de retransmisión del FC Barcelona, durante 7 años, por la escandalosa cifra de un mínimo de 1.000 millones de euros, además los del Real Madrid por otros 1.100 millones. Y así casi todos los clubes de la liga española de fútbol. También controla la ACB (baloncesto), la Fórmula 1 y el Giro de Italia. Y todo a base de paladas de millones y millones que nadie conoce de dónde salen.  

Otro detalle que no ayuda demasiado a hacerse a la idea del origen de la enorme  fortuna que hoy maneja MediaPro (sociedad nacida en 1994), aunque sí de su aparatosa posición política, es el currículum del propio Roures: Nacido en Barcelona en 1950, y por lo tanto plenamente consciente de lo que supuso el franquismo para su región, que como es sabido fue la que más se enriqueció gracias a los privilegios industriales, políticos —Carta municipal de Barcelona— y de infraestructuras otorgados por el anterior régimen, autárquico y cerrado a las importaciones hasta bien entrados los años sesenta.

Nuestro personaje prefirió militar en la extrema izquierda clandestina (hoy sigue confesándose marxista) y a los 12 años comenzó furtivamente (entonces sólo se permitía trabajar a partir de los 14) una vida laboral que inició como aprendiz de linotipista y que, entre otras muchas actividades, le llevó a ejercer de colaborador deportivo en los inicios de la TV3, esa televisión que desde el día uno de su puesta en marcha, a primeros de 1984, difundió grandes dosis de un nacionalismo —posición que el propio Roures secunda a gusto— que Pujol creó a su imagen y semejanza para adoctrinar a los catalanes y que tan buenos resultados le fue dando. Como ejemplo baste indicar que hace unos años, cuando aún no había llegado la TDT (ni la Sexta) y solamente emitían 6-8 canales analógicos, un señor de Barcelona llegó a decirme que en su casa solamente se veía la TV3. Si a esa persona hoy se le recordara el dato, lo negaría con gran énfasis, pero cuando pronunció la frase a mí se me quedó grabada a fuego y comencé a comprender que mi futuro no estaba en una Cataluña adoctrinada.

En su condición de autodidacta absoluto, si bien con algunas lecturas marxistas elegidas aquí y allá, que evidentemente asimiló fuera de método y contraste respecto a otras ideas más de nuestro siglo, Roures cumple fielmente con las características dogmáticas de este tipo de individuos sin apenas base cultural, lo que él sustituye por unas nociones tan intuitivas como maniqueas, en las que a lo bueno de la izquierda que cree representar solamente es posible oponerle lo perverso de la derecha, sin medias tintas. Es decir, su ostensible falta de cotejo ideológico y su alejamiento de cualquier conocimiento histórico adicional, tan necesarios si se busca alguna objetividad en las ideas políticas, suponen que el amo de MediaPro (hay quien asegura que solamente es el testaferro) nunca haya llegado a plantearse una evolución ideológica hacia posiciones más moderadas, que es lo usual. Y ya se sabe que cuando no se evoluciona, como ha sido su caso, las ideas iniciales tienden a radicalizarse.

Se sabe igualmente que uno de sus personajes más admirados es Fidel Castro, de ahí que Roures fuese productor ejecutivo de Comandante, el documental que Oliver Stone realizó en el año 2003, en el que a lo largo de tres días filmó las opiniones que Castro le fue narrando sobre la situación política internacional y los “logros” de la revolución castrista en Cuba. Es conocida asimismo su extremada fobia antifranquista, probablemente debida en gran parte a su nacionalismo catalán —su segundo dios después del dinero— y a su escaso interés en conocer la etapa de la II República y la Guerra Civil, por lo que no es de extrañar que en 2006 se prestase a producir con todo lujo de medios un filme no exento de abundantes ribetes propagandísticos: Salvador, que narra la historia del anarquista catalán Puig Antich, miembro activo del Movimiento Ibérico de Liberación (organización dedicada a atracar bancos para financiar publicaciones clandestinas y apoyar a ciertos huelguistas), que fue condenado por haber asesinado a un policía tras un violento tiroteo. Puig Antich quizá pase a la historia como el último terrorista ajusticiado a garrote vil en España. Bien, pues como resumen, digamos que fue a este individuo a quien ZP le entregó una cadena de TV, llave en mano.


PD (30-11-2015): A diferencia de Prisa, cada día más endeudada a pesar de que va malvendiendo algunas de sus filiales productivas, MediaPro sigue siendo un conglomerado empresarial, ahora con sede en la Diagonal de Barcelona (en 2011 se traslado desde Holanda), que actualmente controla cerca de 40 productoras en España, resto de Europa, Hispanoamérica, Medio Oriente y Singapur. En tal sentido, digamos que Roures supo deshacerse a tiempo de la Sexta TV y otras fuentes de gastos antes de que contaminaran al resto de sus sociedades, cuyos productos (siempre partidistas) suelen abastecer en no pocas ocasiones a los dos grupos punteros: AtresMedia y Mediaset. 

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