sábado, 6 de abril de 2019

La voluntad de Pedro Sánchez


Benjamin Franklin escribió: “A los veinte años, reina la voluntad; a los treinta, el ingenio, y a los cuarenta, el juicio”. Está claro que Pedro Sánchez se ha quedado en la veintena, es más, hay quien asegura que apenas ha pasado de su más tierna infancia, donde todo lo que le rodea es de su propiedad o está destinado a que él lo disfrute en exclusiva. ¿Exageración? No, evidencia de un comportamiento político desastroso y egoísta.


Ahora bien, para que un político deje huella, está claro que no basta con la voluntad, debe poseer también un juicio acorde al grado de responsabilidad que ostente. Si se trata de Sánchez, la responsabilidad es máxima al ser el presidente del Gobierno de España, primer nivel ejecutivo de la Nación. Veamos lo juicioso que se ha comportado Sánchez en algunos aspectos:

Se sabe que Torra, el catanazi en jefe, le entregó a Sánchez un documento con 21 exigencias, un hecho desmentido por el socialista hasta que el propio Torra ordenó que se filtrase. Bien, pues Sánchez ya ha atendido 13 de esas 21 reivindicaciones, que van desde mirar para otro lado en el dinero que gastan los golpistas, por ejemplo en la reapertura de embajadas y en consentirle todo tipo de insultos a España a través de la basura amarilla y las pancartas alusivas a “presos políticos y exiliados”. Es más, recibió a Torra en la Moncloa con un lazo amarillo en la solapa.

También sabemos que Sánchez, al poco de llegar al poder, le entregó la competencia de prisiones a la “Generalitat”, lo que supuso que la manada de sediciosos pasara unos cuantos meses a lo grande en la prisión, donde recibían cuantas visitas apetecían y a las horas que les daba la gana, sin límite alguno de caprichos en alimentación, comunicaciones telefónicas, disfrute de ordenadores personales con acceso a Internet, etc.

Ahora, mientras se celebra el juicio a los golpistas, qué no habrá concedido Sánchez a los nazis catalanes y vascos para que éstos, en bloque, le aprobaran los decretos electorales (él los llama sociales) con el dinero de todos. Lo que sí se conoce es que tanto Bildu como el PNV sacan pecho por las nuevas transferencias asignadas al País Vasco, lo que sin duda es el principio, como garrapatas que son, de unas exigencias sin fin mientras Sánchez necesite sus votos. Porque el nacionalismo periférico, no nos engañemos, jamás se contentará con nada, ya que incluso si lograra la independencia lo primero que exigiría es expandirse a las regiones limítrofes.

En resumen, el comportamiento de Sánchez no puede ser más adverso al interés del conjunto de los españoles y a la unidad de España. Dios nos libre de que un fulano así pueda revalidar el poder y encima con los mismos socios que le llevaron a la Presidencia. ¡El pueblo español, con sus votos, debe impedir que un sujeto tan egoísta y arbitrario obre con arreglo a su inicua voluntad! Porque la voluntad, conviene afirmarlo, posee un valor cierto cuando solo la envuelven la bondad y el afecto; jamás cuando en ella sobresalen la codicia y la ambición de poder, como le sucede a Sánchez.

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