sábado, 5 de enero de 2019

Ciudadanos, tomad nota: El encastillamiento no conduce a nada bueno


Ahora mismo estáis, respecto a Vox, en esa posición altiva en la que dais la sensación de que lo más importante sea la “pureza de sangre” democrática. El patrón universal de cualquier medida es el ser humano, eso está claro, que definió hace siglos, a partir de su propia envergadura mental o física, lo que es grande o pequeño, lo comprensible o misterioso, lo alejado o lo contiguo…, y por supuesto lo bueno o lo inaceptable en la política.


Pues bien, diríase que vosotros, los de Ciudadanos, habéis definido con no poca cerrazón el patrón universal de cómo debe pensar y actuar un partido político, de tal modo que cualquier otra formación cuyos miembros no se definan según determinado proceder –un proceder que en vuestro caso no ha dejado de dar bandazos desde que existís–, entonces no merece ni siquiera la oportunidad de reunirse con ellos aunque solo sea para tomar un café y convenir el desacuerdo, valga la expresión.

No y mil veces no, respecto a vuestra postura encastillada, con el puente levadizo izado y las almenas pobladas de arqueros, cuyas expresiones de fiereza –tal vez fingidas– dan a entender que únicamente es en vuestra fortaleza donde alumbra la razón y, obligado seas, ello os exige evitar cualquier negociación con los ultra impuros de sangre: Vox. ¡Lástima que cerca del castillo no contéis con una estación parecida a la de Jerez!, en cuya sala de espera la pureza de sangre se adormece o, al menos, ralentiza su efervescencia.

Frases semejantes a las antedichas, pero mejor escritas, son las que he leído en las últimas horas-días y he llegado a la conclusión siguiente. Si fracasa la posibilidad de regeneración política en Andalucía –un fracaso que podría llegar a extenderse a toda España, donde es igualmente angustiosa la necesidad de restaurar el cumplimiento de la ley y la igualdad de oportunidades–, entonces habremos encontrado a un culpable y a una actitud, tan torpe y pertinaz, como para distinguir con claridad quién la propicia: Ciudadanos y su cerrazón. O lo que es lo mismo, Ciudadanos y su talante engreído al creerse los más exquisitos. Sin serlo, claro está, puesto que en Ciudadanos –lo mismo que en Vox o en cualquier otro partido– hay gente “pató”.  

Cierto es que siempre cabe la opción de sospechar que C’s no acepta dialogar con la derecha patriótica de Vox –nada de ultraderecha- porque lo que en realidad pretende Rivera es heredar a un PSOE sobre el que podría darse la debacle electoral en las siguientes generales, de ahí que a menudo comente que está dispuesto a pactar con un socialismo sin Pedro Sánchez. ¡Lagarto, lagarto! Y por eso da la sensación de que, como hace el ultramontano Manuel Valls en Barcelona, Ciudadanos pretende crear una suerte de Amasijo –he estado a punto de escribir “Movimiento”– donde acoger a la flor y nata de los votantes izquierdistas, más los que ha ido engatusando aquí y allá. Pues bien, llegado el momento, con su pan se lo coman, tanto Rivera como Valls, por supuesto.

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